El crecimiento de microalgas llamadas “lenteja de agua” (Lemna gibba) en aquellos sectores del lago Titicaca afectados por la contaminación, pone en riesgo a especies como peces, ranas y aves únicas que habitan en esa cuenca a más de 3 800 m.s.n.m. y, además, agrava el acceso de las poblaciones a agua de calidad. Perú y Bolivia intentan resolver juntos este problema que en 2015 provocó la mortandad de miles de ranas en el lago menor del Titicaca en el lado boliviano y ahora ataca con más fuerza la bahía interior en Puno del lado peruano.
“Desde los años 70, la bahía de Puno tiene ese problema y cada vez está peor. Ellos están empezando a tener cianobacterias que es una especie entre alga y bacteria que se pueden volver tóxicas”, explica Xavier Lazzaro, ecólogo del Instituto de de Investigación para el Desarrollo de Francia (IRD). Según el experto, cuando mueren estas microalgas, que miden 10 milésimos de milímetro, se descomponen y el oxígeno de la columna de agua donde están, desaparece, dejando un gas neurotóxico: el sulfuro de hidrógeno, que mata a las especies.
La situación en la bahía interior de Puno se ha agravado a raíz de la pandemia de la covid-19, generando un impacto social, económico y paisajístico. “En estos últimos meses, la aparición y la expansión de lentejas se ha sobremanifestado y es un tema que llama la atención”, asegura Richard Apaza, especialista en Calidad de Recursos Hídricos de la Autoridad Administrativa Del Agua Titicaca.
Durante las cuarentenas, las lanchas dejaron de transitar por el lago, reduciendo la movilización del agua. Además, se elevó la presencia de aguas contaminadas con nutrientes, debido al incremento del uso de detergentes en las poblaciones aledañas. Este abundante aumento de la lenteja de agua ha encendido las alarmas de las autoridades locales que inclusive han pedido al Gobierno peruano declarar la bahía en emergencia ambiental.
Plantas nativas para recuperar el lago
Ante esta situación, uno de los 11 pilotos del proyecto de Gestión Integrada de los Recursos Hídricos en el Sistema Titicaca-Desaguadero-Poopó-Salar de Coipasa, que cuenta con el soporte técnico del PNUD y el financiamiento del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF), pretende investigar y validar alternativas tecnológicas para recuperar la calidad de esas aguas. Lo está haciendo mediante el uso de dos plantas nativas: la Totora (Schoenoplectus californicus) y el Sombrerito de Agua (Hydrocotyle vulgaris).
“Implementaremos dos humedales artificiales con un enfoque de investigación interactiva. Para ello, usaremos dos especies de macrófitas autóctonas de Puno que trabajarán en estos humedales”, indicó Rocío Gomez, responsable de esta iniciativa.
El proceso con estas plantas nativas permitirá que los expertos estudien su poder de absorción de los nutrientes presentes en las aguas contaminadas, como el fósforo y el nitrógeno, que afectan a la calidad de agua en la bahía interior de Puno, con miras a recuperar la calidad del agua de manera natural, a bajo costo y con sencillos procesos de operación y mantenimiento.
Mujeres del agua
El piloto ha incorporado la gestión de los recursos hídricos desde una perspectiva de género e interculturalidad, resaltando como fundamental la participación de las mujeres en el manejo protección y recuperación de las aguas.
En el marco de este piloto, las mujeres de las islas de Los Uros, de la bahía interior de Puno se han capacitado para avanzar hacia su empoderamiento e igualdad de género en las decisiones sobre la gestión del agua, en base a sus costumbres y prácticas ancestrales.
“Como mujeres vemos cada vez más limitado el acceso a los recursos hídricos, existe mucha escasez y contaminación. Aunque nuestras tareas están relacionadas al agua y muchas veces no tenemos voz ni voto en las gestiones de los recursos hídricos y eso es una preocupación”, sostiene Rita Suaña Qoila, de la organización Qota Tika (Flor del lago) de la isla de Los Uros.
En un contexto de participación real de las mujeres en la gestión de los recursos hídricos, 40 mujeres participaron en esta capacitación en el centro poblado de Uros Chulluni para fortalecer y reafirmar su compromiso a través de acciones organizadas, para aumentar la conciencia ciudadana y sumar políticas y estrategias adecuadas para conservar, y recuperar la calidad del agua.
“El piloto, es para nosotras una oportunidad de poder aportar desde nuestras vivencias con el agua, flora y fauna para mejorar la conciencia y cuidado de nuestro lago”, agrega Suaña.
Por: Yolanda Eliana Ballivián Ríos