Hay un concepto que se debería tener en cuenta por sobre todos los demás cuando celebramos el Día Internacional de la Mujer, y esto es que la igualdad de género es indispensable las 24 horas del día, los siete días de la semana, los 365 días del año, y no solo algo que se debe cumplir una vez al año.

El argumento ya ha sido escuchado y se volverá a escuchar: las economías no pueden alcanzar su potencial máximo si a la mitad de la población se le impide sistemáticamente participar de manera plena. Esta idea fundamental es lo que motiva al Grupo Banco Mundial a redoblar sus esfuerzos para abordar las brechas en materia de igualdad de género.

Nuestra amplia labor destinada a superar las principales disparidades de género es una muestra que los desafíos van mucho más allá de la desigualdad económica. Los obstáculos a la plena participación económica de las mujeres también imponen costos morales, emocionales, y a veces incluso físicos.

Lo vemos en las leyes que impiden a las esposas tomar decisiones autónomas sobre sus carreras. Lo vemos en casos de violencia contra las mujeres en el lugar de trabajo. Somos testigos de esto cuando las comerciantes sufren acoso en los cruces fronterizos rurales y, peor aún, cuando son amenazadas por los guardias fronterizos.

En los países en desarrollo y en los países desarrollados por igual, las mujeres enfrentan obstáculos para iniciar y administrar un negocio, acceder a financiamiento, obtener igual remuneración por el mismo trabajo que los hombres, y poseer tierras u otros activos. En numerosos países existen leyes y normas que benefician a los hombres y, al mismo tiempo, discriminan a las mujeres, relegándolas a menudo a la situación jurídica de una menor de edad.

Como nos dijo recientemente la profesora emérita Linda Scott, de la Saïd Business School de la Universidad de Oxford: “Las mujeres están económicamente en desventaja en todos los países del planeta” y “la exclusión económica de las mujeres impone un importante freno a las economías y las sociedades en el mundo”.

Un elemento clave de la labor en cuestiones de género del Grupo Banco Mundial gira en torno a la importancia de movilizar al sector privado para garantizar que las reformas vayan más allá de las declaraciones políticas y se generen beneficios económicos reales para las mujeres y los hombres. El Departamento de Prácticas Mundiales de Comercio y Competitividad del Grupo Banco Mundial ha elaborado un enfoque en materia de igualdad de género que se centra en ampliar las oportunidades de mercado, facilitar la iniciativa privada y desarrollar economías dinámicas.

En la tarea que realizamos se reconoce que los obstáculos para lograr un empoderamiento económico más pleno de las mujeres son profundos. Para lograr resultados a una mayor escala es necesario un compromiso sostenido. Pero también entendemos la importancia de realizar avances a corto plazo para catalizar el cambio, y aceptamos que las intervenciones en determinados países pueden mostrar el camino a seguir en otros lugares.

El concepto es simple: los buenos resultados multiplican los buenos resultados.

En la provincia de Punjab, en Pakistán, el Departamento de Prácticas Mundiales de Comercio y Competitividad ofrece una serie de operaciones de préstamos, y servicios de análisis y asesoría destinados a promover la participación económica de las mujeres. Esta labor está ayudando a reformar las leyes locales de manera de establecer cuotas para las mujeres en los consejos de las empresas, incluir sanciones por acoso en el lugar de trabajo y regular la creación de centros comerciales de ventanilla única para las empresarias y los propietarios de pequeñas y medianas empresas.

En Togo y Côte d’Ivoire, el Departamento de Prácticas Mundiales de Comercio y Competitividad ha ayudado a aprobar e implementar cambios en las leyes, eliminando normas que denegaban los derechos de los jefes de hogar a las mujeres y les prohibían heredar bienes o tomar decisiones sobre sus propias carreras.

En la República Democrática del Congo, un equipo del Departamento de Prácticas Mundiales de Comercio y Competitividad lideró los esfuerzos en materia de reforma que procuraban cambiar el Código de Familia del país, el cual contenía disposiciones legales para impedir a las mujeres casadas firmar contratos, registrar empresas, abrir cuentas bancarias u obtener préstamos sin el permiso de sus maridos. Las medidas de reforma, apoyadas por los ministerios de género y justicia de la República Democrática del Congo, condujeron a la adopción de un nuevo Código de Familia en 2016, que incluye normas que permiten a las mujeres iniciar negocios, abrir cuentas bancarias y realizar otras actividades económicas.

En la región de los Grandes Lagos de África, el Departamento de Prácticas Mundiales de Comercio y Competitividad ha emprendido el primer proyecto en su tipo que tiene como objetivo facilitar el comercio y abordar los desafíos de los pequeños comerciantes, en particular las mujeres. En esta región, los pequeños comerciantes enfrentan habitualmente dificultades como el acoso por parte de los guardias fronterizos, el registro corporal de las comerciantes a manos de oficiales varones y la presión sobre las mujeres para que paguen sobornos con favores sexuales.

Mediante estas iniciativas podemos extraer lecciones y aumentar los conocimientos que queremos aplicar y ampliar en otras partes al trabajar unidos como una comunidad que aboga por las cuestiones de género.

Para garantizar nuestro éxito, el Departamento de Prácticas Mundiales de Comercio y Competitividad acaba de poner en marcha una comunidad profesional especializada en cuestiones de género. Esta comunidad agrupa a expertos en comercio y competitividad de diferentes países y sectores, junto con especialistas mundiales en igualdad de género e inclusión de las Prácticas Mundiales y de entidades externas, con el fin de que la perspectiva de género esté en el centro de nuestra labor de desarrollo.

Esperamos que, a través de esta comunidad, el Grupo Banco Mundial y sus asociados sigan realizando la tarea de identificar las brechas importantes entre hombres y mujeres y que podemos ayudar a subsanar en la agroindustria, el turismo, la manufactura y otros sectores. Podemos hacer esto, usando todos nuestros instrumentos, para obtener resultados claros y medibles en los países, al tiempo que fomentamos la innovación en materia de género y desarrollo.

Caren Grown, directora superior del Área de Soluciones Transversales en materia de Cuestiones de Género del Grupo Banco Mundial, y Linda Scott participaron en la primera reunión de esta comunidad profesional. Caren insta a los equipos a ser ambiciosos, y estamos siguiendo su consejo. “Tenemos que darnos cuenta que estaremos en esto durante un largo periodo”, dijo Caren, agregando que “se trata de un proceso”.

En el Departamento de Prácticas Mundiales de Comercio y Competitividad, ello se traduce en garantizar que, mediante nuestra labor en los países donde brindamos servicios, las mujeres sean empoderadas e incluidas en igualdad de condiciones en la fuerza de trabajo productiva.

 

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