La película «Talentos ocultos» de 2016 muestra la historia de tres matemáticos de la NASA cuyo trabajo no se toma en cuenta por el sólo hecho de ser mujeres afroamericana y muestra cómo los prejuicios socavan su contribución a la sociedad. En conmemoración del Día Internacional de la Mujer, este #GraphForThought tiene como objetivo ofrecer un vistazo rápido a algunos aspectos que describen la realidad de las mujeres trabajadoras en los países de ALC y las políticas que se han implementado para facilitar su ingreso al mercado laboral, así como los desafíos que aún persisten.
Si bien hay heterogeneidad entre los países, quizás el hecho más llamativo sobre el género y el empleo en ALC es que la mitad de las mujeres no forma parte de la fuerza laboral.* En algunos países, la participación en la fuerza laboral femenina es actualmente apenas alcanza el 40 por ciento. Mientras que las mujeres han alcanzado a los hombres en años de escolaridad promedio, ello no ha implicado su ingreso al mundo del trabajo en la manera que han hecho sus (igualmente educados) pares hombres.
Esto es problemático por varias razones. Por el lado normativo, es injusto que las mujeres enfrenten peores oportunidades económicas que su contraparte masculina. También significa que los retornos sociales y económicos de la inversión en educación de las mujeres no están siendo realizados.
Entonces, las preguntas son ¿por qué, y qué se puede hacer al respecto? **
Una razón comúnmente citada para explicar la baja participación laboral femenina es que las mujeres asumen de manera desproporcionada las tareas de cuidado de los dependientes en el hogar y el trabajo doméstico no remunerado. Estas responsabilidades les generan una importante restricción de tiempo, especialmente para las mujeres que no pueden darse el lujo de subcontratar al menos algunas de las tareas asociadas con estos roles. La siguiente figura muestra el tiempo total que las mujeres y los hombres dedican al trabajo remunerado en comparación con el trabajo no remunerado en una muestra de los países de ALC: por cada hora que los hombres dedican al trabajo no remunerado, las mujeres dedican tres horas.
Para aliviar esta restricción de tiempo, algunos gobiernos de la región han mejorado el acceso a los servicios de cuidado infantil. Uruguay, por ejemplo, implementó en 2015 un Sistema Nacional de Atención Integral (SNIC), un modelo de responsabilidad compartida entre las familias, el Estado, la comunidad y el mercado. Costa Rica creó la Red Nacional de Desarrollo de Cuidado Infantil (Redcudi) para establecer un sistema universal de cuidado y desarrollo infantil que coordina la prestación pública y privada de servicios. Si bien este tipo de políticas ha generado un aumento en la participación laboral femenina en general, la magnitud de los resultados varía sustancialmente entre los países de ALC. Un informe reciente del BID encontró que, dependiendo del país, la provisión de cuidado infantil aumenta la probabilidad de empleo de las madres entre un 2 y 22%. Sin embargo, es importante tener en cuenta que las políticas de cuidado infantil no son necesariamente suficientes, ya que existen otras restricciones y barreras para que las mujeres ingresen en la fuerza laboral. Los responsables de la formulación de políticas han prestado mucha menos atención a cuestiones tales como el cuidado de las personas mayores y las personas con discapacidad, así como a las limitaciones relacionadas con las normas sociales relacionadas con los roles de género, problemas que son más complicados y quizás más difíciles de abordar.
En efecto, existe evidencia que sustenta la idea de que las mujeres tienen menor probabilidad de participar en el mercado laboral si sus parejas masculinas muestran actitudes culturales negativas hacia su empleo (Antecol, 2003). Usando datos de Chile, Contreras y Plaza (2010) muestran que mientras más las mujeres internalizan valores machistas y conservadores, entendidos como actitudes tradicionales hacia los roles de género, menos participan en el mercado laboral.
Si bien el contexto puede variar de un país a otro, las intervenciones de política para impulsar la participación laboral femenina deben tener en cuenta prácticas de género neutrales, así como normas sociales. De lo contrario, políticas bien intencionadas pueden resultar ineficaces. Por ejemplo, el post-natal masculino se instituyó en Chile en un esfuerzo, entre otras cosas, por evitar la discriminación de las empresas hacia el empleo femenino. Sin embargo, desde la implementación de esta política en 2011, solo 1157 padres han usado el beneficio (0.24%), dejando intactas las estructuras de incentivos de contratación.
Todavía tenemos un largo camino por recorrer en ALC para cerrar las brechas existentes entre mujeres y hombres en la esfera laboral. Si bien las políticas bien orientadas ayudan a cerrar estas brechas, fuerzas profundamente arraigadas y a menudo ocultas dentro de los hogares siguen impidiendo que las mujeres pongan sus talentos a disposición de la sociedad. Como destaca la Meta 5.4 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), a fin de allanar el camino hacia la igualdad de género, debemos “Reconocer y valorar los cuidados no remunerados y el trabajo doméstico no remunerado mediante la prestación de servicios públicos, la provisión de infraestructuras y la formulación de políticas de protección social, así como mediante la promoción de la responsabilidad compartida en el hogar y la familia, según proceda en cada país.»
* Formalmente, la tasa de participación en la fuerza laboral corresponde a la proporción de la población en edad de trabajar que está dispuesta a trabajar, que es de alrededor del 50% para las mujeres en ALC.
** Para un estudio exhaustivo sobre el tema, consultar Mateo-Berganza y Rodríguez Chamussy, (2016), “Educación que rinde: Mujeres, trabajo y cuidado infantil en América Latina y el Caribe”.