Foto: Andrea Quesada, PNUDLAC
El COVID-19 y las medidas de respuesta ante la crisis sanitaria, económica y social suponen una dura disrupción de la cotidianidad de las personas y del tejido económico, productivo y social preexistentes1. No obstante, los impactos de esta pandemia no son iguales para todas las personas y aquellas comunidades o grupos sociales que viven en situaciones de vulnerabilidad y pobreza son quienes están siendo impactados en un mayor grado. En la región, estamos viviendo un periodo difícil lleno de incertidumbre, sin embargo, la única certeza que tenemos es que el COVID-19 y sus impactos son diversos y multidimensionales
Esto quiere decir que vivir esta pandemia en un entorno urbano o en rural va a ser diferente y en cada entorno se vivieran necesidades y retos particulares. Por ejemplo, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), actualmente más de 123 millones de personas viven en las zonas rurales de América Latina y el Caribe, de estas, el 68,5% de trabajadores rurales tiene empleo informal frente al 47% de trabajadores urbanos. Esto quiere decir que la perdida de empleos tendrá un impacto mayor sobre estas personas trabajadoras rurales, ya que no cuentan con sistemas de protección social debido a su informalidad. Desafortunadamente, mucho de los estudios en este momento se enfocan en entornos urbanos y se sabe muy poco sobre la dispersión e impacto sobre las comunidades rurales y poblaciones indígenas.
Además, estos impactos diferenciados sobre las comunidades rurales tienen un rostro de mujer. Sabemos que la pandemia está teniendo un mayor impacto negativo sobre las mujeres, especialmente aquellas que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad y pobreza. Esta es la realidad de muchas de las mujeres en comunidades marginales, rurales y poblaciones indígenas en Latinoamérica, donde “la base de la vulnerabilidad de las mujeres, especialmente las rurales e indígenas frente a una pobreza crónica encuentra su respuesta en mercados laborales discriminatorios y la exclusión social de las instituciones políticas y económicas.2” El COVID-19 encuentra a estas mujeres con las desigualdades a flor de piel, tratando de sobrellevar el día el día con el mínimo de recursos y luchando por el bienestar de sus familias, por ello los cambios drásticos económicos, laborales y sociales asociados con las medidas de respuesta ante la pandemia tienen a impactos desestabilizadores sobre ellas.
Por ejemplo, las medidas implementadas por diversos países para responder y prevenir la propagación del COVID-19 han tenido un impacto telúrico tanto sobre el mercado formal como informal al cual pertenecen las mujeres. En América Latina el 54,3% de las mujeres trabajan en la informalidad3 por lo que estos cambios en los mercados y patrones de consumo podrían agravar la vulnerabilidad de las mujeres rurales, ya que al reducirse la demanda y los espacios para venta de productos agrícolas se limitan los ingresos informales de muchas de estas mujeres. América Latina también es la región del mundo con mayor porcentaje de empleo femenino en turismo, hay casi el doble de mujeres empresarias en turismo que en cualquier otro sector (51%)4 y muchas de las mujeres en comunidades rurales que trabajan de manera formal e informal en sectores como el turismo, la exportación no esencial (como la industria de flores), los servicios de limpieza y cuidos domésticos, el agro procesamiento, el sector pesquero los cuales han sido altamente afectados por la crisis. Por otro lado, la restricción de la movilidad a causa del COVID19 podría limitar las capacidades de las personas en comunidades rurales para obtener recursos esenciales para sus familias (agua, leña, recursos naturales alimenticios, etc.) lo que pone en riesgo la seguridad alimentaria y el bienestar de ellas y sus familias.
Para realmente comprender la gama de los impactos que va a tener crisis del COVID19 sobre las personas que habitan las comunidades urbanas, rurales o territorios indígenas es clave analizar los estos entornos con diferentes lentes y con una perspectiva de género ya que así podemos repensar y ajustar las medidas de respuesta y de recuperación que se estén planteando a nivel nacional a partir de las prioridades y necesidades de estas comunidades y así garantizar que su impacto sea más equitativo, positivo y efectivo. Tomando en consideración la urgencia de este análisis, equipo de género del PNUD – Hub Regional para América Latina y el Caribe, como parte de la serie de webinares #COVID19yGenero está organizando dos webinares sobre el COVID-19 y los desafíos de los territorios urbanos y rurales con lentes de género a mediados de mayo. Los webinares tendrán como objetivo escuchar y analizar las experiencias de las mujeres rurales e indígenas al igual que las respuestas que están realizando países de la región para garantizar que la respuesta ante la pandemia y los procesos de recuperación seas multidimensionales y géneros responsivos.
En este tiempo de incertidumbre global y regional, es esencial garantizar que “nadie se quede atrás” y que se preste especial atención a quienes son más vulnerables. Por ello, el PNUD está comprometido a que los análisis sobre los impactos de la enfermedad y la respuesta ante el COVID se base en un enfoque multidimensional donde las medidas de respuesta no incrementen las vulnerabilidades y las brechas de género que viven día con día las mujeres rurales e indígenas e incluyan acciones específicas que permitan cerrar estas brechas y generar oportunidades de empoderamiento económico para estas mujeres.
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1PNUD. Nota Técnica “Los Impactos Económicos Del Covid-19 Y Las Desigualdades De Género Recomendaciones Y Lineamientos De Políticas Públicas” Disponible en http://americalatinagenera.org/newsite/index.php/es/covid19-y-genero
2FAO. La feminización de la pobreza en el sector rural de la región de América Latina: ¿mito o realidad? accesado 20 marzo. http://www.fao.org/tempref/GI/Reserved/FTP_FaoRlc/old/opinion/anterior/2005/ballara.htm
3https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—dgreports/—dcomm/documents/publication/wcms_635149.pdf
463 Reunión de la Comisión Regional de la Organización Mundial del Turismo (OMT), Paraguay, 12-13 abril de 2019.