Cuando se acerca el 9 de agosto, como mujer indígena suelo preguntarme ¿qué significa que en el calendario haya un Día para los Pueblos Indígenas? Si el 9 de agosto es el Día de los Pueblos Indígenas, ¿los otros días de quién son?

Como ocurre con buena parte de estas celebraciones, quienes estamos dentro de los pueblos, colectivos o sectores referidos a esas fechas, no podemos evitar ese cuestionamiento, ya sea el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer; el 1 de mayo, Día del Trabajador, o muchas otras.

Pero, para una mujer indígena, todos los días son nuestros días, porque nuestra condición de mujer y de indígena son permanentes. Para las mujeres y los hombres de los pueblos indígenas, todos los días son nuestros días.

El 9 de agosto es un día que trata de nosotros, pero que cobra relevancia para aquellos que aún no nos ven o no nos quieren ver y se niegan a considerarnos como pueblos con todos los derechos y potencialidades para construir un mundo mejor, justo y sostenible. Es una fecha para visibilizar las diversas realidades, historias, luchas de mas de 370 millones de mujeres y hombres de unos 5.000 pueblos indígenas en el mundo.

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Myrna Cunningham es Presidenta del Centro para la Autonomía y Desarrollo de los Pueblos Indígenas y Presidenta del Fondo para el desarrollo de los pueblos indigenas de America Latina y el Caribe- FILAC

La fecha elegida nos habla justamente de eso. Fue un 9 de agosto de 1982 cuando el Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas, antigua Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las Minorías de las Naciones Unidas, celebró su primera sesión. Fue la primera vez que Naciones Unidas respaldó las luchas de los pueblos indígenas para así poder superar la discriminacion y desigualdad. 

Por ello, en la Resolución de la Asamblea General donde se establece la conmemoración del 9 de agosto cada año, se incluyen orientaciones claras para los Estados hacia el reconocimiento de los pueblos indígenas y sus derechos humanos, así como para la creación de órganos específicos para que tomen acciones al respecto.

En la Resolución de diciembre de 1994, la Asamblea General le pide a la Comisión de Derechos Humanos que avance en la aprobación de un proyecto de Declaración de Derechos de los Pueblos Indígenas y también solicita que formule recomendaciones para la creación de un Foro Permanente de las Cuestiones Indígenas en el seno de la ONU.

Aunque llevó más tiempo del deseado, hoy tenemos ambos instrumentos, que se suman a otras normas, herramientas, mecanismos y espacios institucionales en los que el Sistema de las Naciones Unidas tienen como mandato ocuparse de la situación de los pueblos indígenas en el mundo.  Sin embargo, los Estados están lejos de haber cumplido con sus compromisos.

Los avances sobre el fomento de la no discriminación y de la inclusión de los pueblos indígenas en la elaboración, aplicación y evaluación de los procesos internacionales, regionales y nacionales relativos a la legislación, las políticas, los recursos, los programas y los proyectos, así como la creación de mecanismos de supervisión y rendición de cuentas a nivel internacional y regional y particularmente a nivel nacional, están lejos de ser realidad.  

El 9 de agosto de cada año es un momento para que Estados, gobiernos y organismos internacionales, analicen qué hicieron, qué hacen y qué proponen hacer para que las declaraciones y compromisos se conviertan en acciones concretas a favor de los derechos de los pueblos indígenas, especialmente ahora que estamos conmemorando 10 años de la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indigenas.

Es entonces el 9 de agosto una fecha para recordar y renovar el compromiso.

Recordar en su sentido etimológico, es decir, “re – cordis”, “volver a pasar por el corazón”. Recordar a quienes han dejado todo, incluso sus vidas por los derechos de nuestros pueblos, sus luchas, sus logros y, sobre todo, sus enseñanzas.

Es un día para renovar el compromiso, personal y colectivo, constante e indeclinable, en la construcción de un mundo mejor, para las mujeres y hombres de pueblos indígenas y para todas las personas que habitan el planeta, nuestra única Madre Tierra.

Si cada 9 de agosto logramos visibilizar nuestra existencia y nuestros sueños, reflexionar sobre lo que falta para hacer realidad los derechos reconocidos, recordar a los hermanos y hermanas que durante siglos han luchado por esos mismos sueños y derechos y si reafirmamos nuestras convicciones y caminos de acción, entonces ese día no será solo una fecha en el calendario de conmemoraciones.

No será un día más… será un día importante para la causa de los pueblos indígenas en el mundo.