Para la construcción de sociedades más justas, en las cuales cada persona tenga mejores posibilidades de desarrollar una vida digna y plena, es necesario la existencia de instituciones fuertes, enfocadas en hacer buen uso de los recursos a su cargo, tanto financieros como humanos. También son necesarias conductas sociales orientadas hacia una cultura de la integridad y equidad y que rechacen y frenen acciones permisivas frente al abuso o que minen la institucionalidad o el ordenamiento colectivo.
En el marco del Día Internacional contra la Corrupción que se conmemora cada 9 de diciembre, reflexionemos sobre el freno que implica la corrupción para el fortalecimiento institucional, y para el pleno goce de derechos presentes y futuros de los y las miembros de las sociedades. Esta es una realidad a nivel mundial que socava la razón de ser de las mismas instituciones y de la confianza en las comunidades.
Por ello, es relevante trabajar por el fortalecimiento de la gobernabilidad, que se manifiesta, entre otras formas, como la transparencia institucional que permite acercar el Estado y sus servicios a la ciudadanía (que incluye el uso de herramientas tecnológicas y las complejidades que se viven a nivel local para garantizar el acceso). Mas su ausencia y la falta de utilización efectiva, eficiente y legal de los recursos públicos obstaculizan el desarrollo humano, la superación de la pobreza multidimensional y el fortalecimiento de economías más dinámicas, innovadoras, sostenibles e incluyentes.
Hay que mencionar que de manera general, los países han establecido sistemas de inversión pública, de supervisión de conductas de las y los funcionarios, de trazabilidad de fondos, de denuncia ciudadana, entre otros elementos que abonan a la transparencia. En 2021 se cuenta también de manera general con una ciudadanía con mayor acceso a la información pública y con cierta posibilidad de auditoría social.
Ante ello, deseamos enfatizar que las agendas de transparencia, de gobernabilidad democrática y de desarrollo humano están estrechamente vinculadas. Desde el PNUD, nuestros esfuerzos apuntan a contribuir con las acciones de los gobiernos, de la sociedad civil, de la academia y del sector privado en la lucha contra la corrupción y el fortalecimiento de la institucionalidad.
Una oportunidad estratégica para reducir los índices de corrupción y fortalecer la agenda de desarrollo, que reconoce en la transparencia un componente esencial, es la apuesta por la digitalización, el uso de las tecnologías, el acceso creciente a los datos relacionados con las acciones y adquisiciones del estado, entre otras expresiones del gobierno abierto y la digitalización de los servicios, de la información pública, uso de datos y del quehacer institucional en general.
En Honduras estamos asistiendo a favor de la transparencia institucional con la implementación de mecanismos digitales para la solicitud de servicios públicos, junto con la Secretaría de Transparencia y otras dependencias, lo que permite facilitar y reducir procesos para la ciudadanía. Con el Gabinete Social, mediante el uso de datos, hemos trabajado en el desarrollo de una metodología de selección multidimensional para identificar a las personas más afectadas y vulnerables frente a la COVID-19.
Pero la corrupción no solo incumbe en esferas institucionales. La corrupción emerge y aflora dentro de las relaciones sociales, empezando mediante “micro” actos de corrupción, como son la coima a la autoridad, el uso de espacio reservado que no compete o la búsqueda de una ventaja ilegal en alguna ocasión. Por ende, la lucha contra la corrupción debe abordarse a todos los niveles y en todos en los espacios. La meta debe ser la construcción de una cultura de integridad y equidad ya que la lucha contra la corrupción beneficia a todo el conjunto social.
En el Día Internacional contra la Corrupción del 2021 se destaca que la lucha contra la corrupción demanda de una responsabilidad compartida para prevenir y combatir la corrupción. Desde el PNUD nos comprometemos a seguir abonando al camino de construcción de una sociedades más resilientes, productivas, conectadas e inclusivas, que emergen transformadas de sus desafíos y avanzan para hacer realidad el desarrollo humano para todas y todos.