Iniciativas Destacadas
La protección social es una herramienta fundamental de política para abordar la exclusión social, la desigualdad y la pobreza, tal como lo reconoce el Convenio 202 de la OIT. Como parte de las políticas de protección social, se requiere impulsar cambios en los marcos legales que favorezcan una mayor corresponsabilidad social para la conciliación entre trabajo y familia, que creen condiciones efectivas para la eliminación de discriminaciones en el mercado laboral, así como el desarrollo de medidas de protección frente al acoso sexual en el trabajo, entre otros aspectos.
Pobreza multidimensional
Las metodologías de medición de la pobreza han evolucionado en el tiempo pasando de un enfoque prevalentemente monetario a un enfoque multidimensional. Desde el 2010 se cuenta con un Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) Global desarrollado por el PNUD y la Iniciativa de Desarrollo Humano y de Pobreza de Oxford (OPHI) que se encuentra alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este índice, que está basado en la metodología Alkire-Foster, incorpora indicadores en tres dimensiones: salud, educación y calidad de vida. Varios países también han desarrollado su propio IPM nacional. Sin embargo, los IPM existentes ofrecen un panorama todavía parcial de la pobreza de las mujeres y sus causas.
Financiamiento
La inclusión financiera de las mujeres tiene el potencial no sólo de promover el empoderamiento económico de las mujeres, sino que tiene un efecto catalizador en el cierre de la brecha de género, la dinamización del mercado laboral y la aceleración del Desarrollo sostenible. Más de 1.000 millones de mujeres aún no utilizan ni tienen acceso al sistema financiero1 y más del 70% de las PYMES propiedad de mujeres tienen acceso inadecuado o nulo a los servicios financieros. Los roles de género menoscaban la autonomía y conocimiento financiero de las mujeres, e incluso cuando ellas tienen las habilidades y herramientas para tomar decisiones, las mujeres se enfrentan a productos que no tienen en cuenta sus necesidades. La creación de un mercado financiero sensible al género que promueva el cierre de la brecha en autonomía y empoderamiento financiero de las mujeres es una condición sin e qua non para la erradicación de barreras estructurales.
La desigualdad de género se asocia con normas sociales discriminatorias persistentes que prescriben los roles sociales y las relaciones de poder entre hombres y mujeres en la sociedad. En muchas sociedades las mujeres a menudo enfrentan fuertes expectativas sociales convencionales de ser cuidadoras y amas de casa y se espera que los hombres sean los “proveedores” de la familia. Estas normas sociales están arraigadas desde hace mucho tiempo en los patrones de exclusión de la toma de decisiones en el hogar y en la comunidad y limitan las oportunidades y opciones de las mujeres.
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