EN BREVE:
El cambio climático y degradación ambiental tiene profundos impactos sociales, ambientales y económicos que afecta diferencialmente a mujeres y hombres, representando un gran desafío para el bienestar de las mujeres, especialmente para las más pobres, al ser extremadamente vulnerables a los cambios ambientales abruptos que ocasiona el cambio climático. Por otro lado, las mujeres observan y viven de primera mano estos cambios, por lo que su conocimiento puede ser de gran utilidad para encontrar maneras de disminuir las adversidades del cambio climático y, a largo plazo, contribuir a la detención y la inversión de este fenómeno.
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Los hombres y las mujeres utilizan los recursos naturales de distinta manera y, en consecuencia, se ven afectados de distinta manera por los cambios en estos recursos. La desigualdad de género y la exclusión social agravan los efectos negativos de la degradación ambiental en las mujeres y las niñas. A pesar de las recientes y prometedoras reformas normativas y jurídicas, las normas culturales discriminatorias en materia de género que aún persisten, la desigualdad en el acceso a las tierras, los recursos hídricos y los activos productivos, y la desigualdad en el poder de decisión siguen impidiendo que las mujeres y los hombres participen, contribuyan y se beneficien por igual de los proyectos y programas ambientales.
En este marco y para enfrentar estos desafíos, el Área de Género del centro regional del PNUD está trabajando de forma conjunta con las unidades de Desarrollo Sostenible y CC para visibilizar y promover la incorporación de esta perspectiva en los planes y políticas relacionadas con el Cambio climático, Gestión de riesgo de desastres y medio ambiente más en general, mostrando el impacto y correlación positiva entre el medio ambiente y la igualdad de género para un desarrollo más inclusivo, igualitario y sostenible.
En concreto, proveyendo asistencia y asesoría para conseguir que en las políticas, instrumentos de planificación y presupuestos de desarrollo regional, nacional y local se incorporen soluciones con perspectiva de género para la adaptación al cambio climático y la mitigación de sus efectos. Se promueve visibiliza, apoya además las estrechas alianzas de las OP con las diferentes instituciones intersectoriales para lograr cambios transformadores en materia de igualdad de género usando la implementación de las Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC) y otros mecanismos clave de los fondos verticales, como estrategias que permitan ampliar la inversión en cambio climático y apoyar al desarrollo sostenible e inclusivo, en línea con el Acuerdos de Paris y los ODS. Por último, se colabora en el desarrollo de análisis, evaluaciones y casos de estudios que permitan identificar lecciones aprendidas y recomendaciones para implementar medidas específicas y efectivas para la transversalización del enfoque de género en las acciones relacionadas con el medio ambiente y el desarrollo sostenible.
El cambio climático es uno de los mayores desafíos globales en términos ambientales, sociales y económicos. Es un factor crítico para la realización plena y efectiva de los derechos humanos, la autonomía de las mujeres y la erradicación de la pobreza. En América Latina y el Caribe, el cambio climático muestra una condición asimétrica: la región es responsable de menos del 10% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, sin embargo, es altamente vulnerable a sus efectos a causa de su situación geográfica y climática, sus condiciones socioeconómicas, demográficas e institucionales y la alta sensibilidad al clima de sus activos naturales (Bárcena y et al.2017). Es así, que los distintos impactos del cambio climático en hombres y mujeres se pueden exacerbar en entornos que simultáneamente se ven afectados por la violencia, la inestabilidad política y escenarios económicos cambiantes. Todo ello en conjunto, tiene implicaciones en el desarrollo sostenible y la autonomía de las mujeres.
En la actualidad existen una serie de nuevos compromisos de acción e implementación respecto género y cambio climático. Desde el 2001, se han logrado acordar múltiples mandatos de género que invitan a los países a desarrollar e implementar acciones de mitigación, adaptación, financiamiento, transferencia de tecnologías y desarrollo de capacidades que promuevan la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Por ejemplo, el Acuerdo de Paris en su preámbulo reconoce que “las Partes deberían respetar, promover y tener en cuenta sus respectivas obligaciones relativas, (…) la igualdad de género, el empoderamiento de la mujer y la equidad intergeneracional”. La recomendación General 37 del Comité de la CEDAW sobre las dimensiones de género en la reducción del riesgo de desastres en el contexto del cambio climático (2018) indica que “Los Estados partes y otros interesados tiene la obligación de tomar medidas concretas para hacer frente a la discriminación contra las mujeres en las esferas del […] cambio climático mediante la aplicación de leyes, políticas, y estrategias de mitigación y adaptación, la asignación de presupuestos y la adopción de otras medidas específicas. […] El derecho de la mujer a participar en todos los niveles de la adopción de decisiones debe estar garantizado en las políticas y los programas sobre el cambio climático.”
Este escenario internacional presenta una armonización única, ya que existe una interrelación entre la Agenda 2030, los compromisos para promover la igualdad de género en la acción climática incluidos en el Acuerdo de París y los mandatos de género de la CMNUCC relacionados con diversos temas, incluyendo el Programa de Trabajo de Lima sobre el Género (PTLG) y la segunda versión del Plan de Acción sobre el Género (PAG). De manera complementaria, la agenda y el financiamiento climático ha evolucionado de ser género-neutra a ser género responsivo y la mayoría de las instituciones internacionales y fondos verticales que brindan apoyo o financiamiento para iniciativas climáticas cuentan con políticas de género. No obstante, a pesar de estos mandatos y apoyo claros aun se observan una serie de retos prevalentes que no permiten que a) las políticas y estrategias nacionales climáticas logren transversalizar efectivamente el género, b) se institucionalice apropiadamente el tema de género en las instituciones ambientales y c) se ‘pase de las palabras a la acción’ mediante el diseño e implementación de iniciativas climáticas y ambientales que promuevan la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres apropiada y efectivamente a lo largo del ciclo de sus programas y proyectos.
Este marco normativo internacional armonizado que cuenta con el apoyo de un financiamiento climático genero responsivo ofrece una oportunidad única para que los países de la región coordinen sus acciones y promuevan la igualdad de género, la acción climática y la autonomía de las mujeres de manera sinérgica. En los últimos años la región de Latinoamérica y Caribe ha dado un giro importante en este sentido al plantear una serie de iniciativas a diferentes niveles (políticos, institucional, programático) que muestran que es posible implementar iniciativas climáticas y ambientales género responsivas. El PNUD ha apoyado muchos de estos esfuerzos y continúa brindando apoyo técnico a los diversos para escalar buenas practicas y diseñar más agendas e iniciativas climáticas género responsivas a lo largo de toda la región.
Datos:
- Para el 2018, registró un total de 18,8 millones de nuevos desplazamientos asociados con desastres en 135 países donde el sur de Asia, Asia Oriental, el Pacífico y América Latina y el Caribe se vieron afectados desproporcionadamente. Cuba destaca entre los 10 paises más afectados con un total de 1,738 personas desplazadas. (Informe Mundial sobre Desplazamiento Interno 2018)
- A nivel global, las mujeres representan el 32% de los trabajadores en energías renovables en comparación con el 22% en el sector energético en general. International Union for Conservation of Nature (IUCN) & Global Gender and Climate Alliance (2015. Las raíces del futuro: Situación actual y progreso en género y cambio climático). En Perú, como parte del NAMA de acceso universal a la energía sostenible se se estable la Escuela Energética para Mujeres, “eMujer”, cuyo objetivo es brindar oportunidades para que las mujeres: desarrollen las capacidades en el uso, manejo y sostenibilidad de tecnologías energéticas sostenibles.
- A mediados de 2019 la CMNUCCC contaba con 72 decisiones y conclusiones sobre género. La mayor parte de las decisiones están relacionadas con la adaptación (17) seguidas por decisiones sobre financiamiento (16) y fortalecimiento de capacidades (12). En áreas más técnicas el numero de decisiones es menor ya que se cuenta con 7 mandatos sobre mitigación y 6 sobre tecnologías. (CEPAL. 2019. Cambio climático como factor crítico del desarrollo sostenible y la autonomía de las mujeres)
- De 161 INDCs presentadas hasta abril de 2016: Solo el 40% (65 países) hizo al menos una referencia a la igualdad de género o la mujer. De ellos, 35 se referían al papel de las mujeres en la adaptación, pero sin mencionar específicamente los sectores clave o los roles de las mujeres. Solo 18 países reconocieron el papel de la mujer en la mitigación, principalmente en relación con las emisiones de energía, la energía sostenible o de biomasa y el ganado. (NDC Support Programme)
- En Latino América hasta mayo del 2018, 10 países han identificado la igualdad de género como parte de sus compromisos nacionales también a través de sus NDC, y cuatro han identificado a las mujeres como agentes de cambio (Euroclima 2018)
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