Noviembre 2018

América Latina Genera entrevistó a Ana Correa una de las fundadoras del movimiento de “Ni Una Menos” en Argentina.

¿De dónde surge “Ni Una Menos”?

Ni una menos surge como la eclosión de un movimiento que se venía gestando hace años en la Argentina, a través de las luchas por los derechos de las mujeres que encabezaron diferentes sectores y organizaciones. En el 2015, la convocatoria puntual fue a través de un detonante: el hartazo por la sucesión de femicidios y la falta de respuesta por parte del sistema político, social y judicial. El asesinato de Chiara Páez, de 14 años, el 10 de mayo de ese año, generó una inmediata reacción por parte de un grupo de periodistas, comunicadoras y activistas, que decidieron convocar a una gran marcha para decir #NiUnaMenos Basta de femicidios.

¿Cómo se involucró en la iniciativa?

Desde lo organizativo, me sumé a un grupo de periodistas que había activado la convocatoria por las redes sociales. Éramos un grupo de 10 que luego nos unimos a otras 10 activistas para trabajar en el corto plazo en la idea de una gran convocatoria en las calles para reclamar que no nos sigan matando, y por políticas concretas y activas que apuntaran a dar un freno a la violencia contra las mujeres, tomar medidas contra los agresores de mujeres, y garantizar protección efectiva a las víctimas de violencia. También enumeramos todas las normas que existían pero no se estaban cumpliendo, los mandatos patriarcales, y la necesidad de garantizar los derechos sexuales y reproductivos.

¿Cuál ha sido el principal desafío para la iniciativa?

En la primera convocatoria el desafío que nos impusimos fue hacer un reclamo tan masivo y transversal, que significara un antes y un después en cuanto al peso y determinación de la voz de las mujeres, esa que ya teníamos pero que no había confluido en un grito colectivo y poderoso, que impactara en todo el país pero también en la región. En la Argentina, el acto central reunión alrededor de 400 mil personas, y se replicó en más de 150 ciudades de todo el país. El otro gran desafío era lograr que las distintas fuerzas políticas, muy fragmentadas en la historia reciente, se unieran en el reclamo. Esto lo logramos más allá de que con el devenir de las elecciones y de los años se fue viendo una diferencia en el modo de llevar adelante los reclamos. La crisis social y política hace que en las convocatorias del movimiento de mujeres también estén expresados los reclamos sociales.

¿Que se ha logrado desde la creación de “Ni Una Menos”?

Creo que realmente ha sido una bisagra en este momento histórico, y eso es lo que nos devuelven los movimientos de mujeres de otros países, no sólo en la región sino también en otros continentes. Así como la #WomenMarch y el #MeToo, las mujeres ya no nos callamos. En el país, la movilización social después del Ni una menos, permitió también que este año lográramos por primera vez en la historia del país, hablar de aborto legal en los medios masivos de comunicación, contar situaciones de aborto lindantes con la tortura, para que la sociedad escuche por lo que estábamos pasando las mujeres, y también por primera vez el Congreso de la nación debatió una ley que contemplaba el aborto legal y seguro y la despenalización. Estuvimos cerca, no lo logramos pero sabemos que no falta mucho para que lo logremos, porque el empoderamiento de las mujeres está viviendo un proceso que aún no tiene techo, luego de siglos y siglos de postergación.

El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. ¿Qué significa esta fecha para usted y por qué es importante conmemorarla?

Como toda fecha emblemática, nos ayuda a reflexionar sobre la situación en las que estamos las mujeres en relación a la violencia por cuestiones de género. Pero justamente por el lugar desde el que partimos, pareciera que una fecha no era suficiente. A partir de Ni una menos, recuperamos el día de la mujer para los reclamos de derechos y sociales. Antes, por lo menos en la Argentina, el 8 de marzo era un día puramente comercial y lleno de estereotipos. Ahora es una fecha más para reclamar lo que tenemos pendientes. Y el 3 de junio se sumó como fecha de movilización histórica, más allá de que la propia coyuntura nos ha hecho salir una y otra vez a marchar. Cada momento de movilización de las mujeres es un grito para que cese la violencia contra nosotras y por una mayor justicia e igualdad en el acceso a todos los derechos.