Mayo 2013

En esta ocasión entrevistamos a Rania Antonopoulos responsable del Informe “Por qué son importantes los déficits de tiempo? realizado  por el Instituto Levy de Bard College y apoyado por el Centro Regional del PNUD en Panamá (bajo la dirección del Área Práctica de Género y Pobreza) con el objetivo de profundizar en la temática de la medición de la pobreza de ingreso como alternativa a las metodologías oficiales existentes.

 

¿Cuál es el valor añadido de la medición Levy en comparación con las mediciones oficiales y multidimensionales de pobreza?

La Medida de Pobreza de Ingreso y Tiempo del Instituto Levy (LIMTIP, por sus siglas en inglés) identifica un vacío conceptual en el discurso de la pobreza -un cierto silencio, si así se puede definir- y recomienda una metodología de medición que expresa esta omisión, y la corrige.

Conceptualmente, las nociones oficiales y multidimensionales de la pobreza no prestan atención al hecho de que, para satisfacer las necesidades básicas de los individuos, además de los ingresos que permiten realizar compras en el mercado, el tiempo debe estar a su disposición para realizar diariamente una variedad de tareas de la casa. Es decir, las mediciones estándares de la pobreza tácitamente suponen que todos los hogares y las personas tienen tiempo suficiente para atender adecuadamente las necesidades diarias de (re)producción de los miembros del hogar. ¿Cuáles podrían ser estas necesidades? Los ejemplos incluyen el cuidado de los niños y niñas o de las personas adultas mayores, los trabajos diarios de mantenimiento, compras y cocina; hasta mantener un ambiente higiénico y saludable. Especialmente para las personas de bajos ingresos, estas tareas son absolutamente necesarias para la consecución de un nivel mínimo de vida, y en función de las condiciones de desarrollo geográfico y económico, puede ser necesario también dedicar tiempo a la recolección y el transporte de agua, leña, forraje u otros.

Es importante recordar que a nivel internacional, la contribución de las actividades de producción domésticas no remuneradas es altamente reconocida. Tanto es así que hace veinte años, el Sistema de Cuentas Nacionales de 1993 recomendó su inclusión en las Cuentas Nacionales de Ingresos, y muchos países han estado recogiendo datos sobre el uso del tiempo para producir dichas medidas del PIB y las cuentas satélite. Estos avances fueron reafirmados por el trabajo del reciente Informe de la Comisión Stiglitz, Amartya Sen, Jean-Paul Fitoussi. Curiosamente, para los cálculos oficiales de la pobreza, los vínculos entre la producción de los hogares y los estándares de vida han sido en gran medida ignorados. No ha habido un grupo de trabajo o un conjunto de recomendaciones que vincularan la producción doméstica a los estándares de vida. Esta omisión tiene consecuencias. Si el trabajo no remunerado de la producción doméstica contribuye al bienestar, entonces, en el caso que algunas familias se enfrentaran a la falta de tiempo que les prohibiera realizar estas tareas esenciales, tal situación se traduciría en nuevos costos. Sin embargo, ya que no nos  centramos en esta dimensión, este costo sigue siendo invisible.

Desde el punto de vista de la medición, el hecho de dar por sentado la producción doméstica al momento de cuantificar la incidencia y la profundidad de la pobreza produce una imagen inaceptable e incompleta de ambos valores, y por lo tanto, las estimaciones oficiales proporcionan una orientación inadecuada a los hacedores de política. En pocas palabras, dos hogares idénticos, en términos de tamaño y composición, que también tienen acceso a un mismo nivel de ingreso, pueden experimentar muy diferentes niveles de vida si uno de ellos se enfrenta con déficits de tiempo, es decir, un «déficit de tiempo» que prohíbe la realización de las tareas básicas de producción doméstica. “…para promover la igualdad de género, los hombres deberían dedicar menos horas en el trabajo remunerado…”

Ahora bien, entre los hogares que enfrentan un «déficit de tiempo», algunos hogares pueden por lo menos tener ingresos suficientes para intentar cubrir los déficits de tiempo mediante la compra de sustitutos de mercado, por ejemplo, comida de restaurante un par de veces a la semana, contratación de una niñera o empleada doméstica, inscripción de las niñas y los niños pequeños en una guardería. Sin embargo, imagine un hogar, oficialmente clasificado como no pobre, que enfrenta un déficit de tiempo y que no puede permitirse cubrirlo con la adquisición de sustitutos en el mercado debido a la insuficiencia de ingresos. Este hogar padecerá privaciones que no se reflejan en las cifras oficiales de pobreza, ya que se enfrenta a un déficit de tiempo, y además no podrá contratar a una niñera o empleada doméstica. Las necesidades básicas del hogar que se supone son proporcionadas mediante el trabajo doméstico (no remunerado) simplemente no se cumplen.  Los hogares que ya han sido identificados como pobres por las estadísticas oficiales, si se enfrentan a déficits de tiempo, estarán en situación de pobreza aún más profunda.

Para obtener un cálculo más preciso de la pobreza, se ha desarrollado la Medida de Pobreza de Ingreso y Tiempo del Instituto Levy (LIMTIP, por sus siglas en inglés). Es una medida bidimensionalque registra conjuntamente los ingresos y el tiempo necesario de producción doméstica para lograr un nivel de vida mínimo. Este es el valor añadido de la medida LIMTIP.

¿Por qué son tan importantes los déficits de tiempo para la reducción de la pobreza y la igualdad de género?

La pobreza de ingreso es evaluada en relación a un umbral que se calcula y se fija en un nivel que permite alcanzar un estándar de vida mínimo. La reducción de la pobreza se produce cuando los hogares son capaces de reducir sus déficits de ingresos. La medida LIMTIP pretende traer a la luz las privaciones «ocultas» que los individuos y los hogares experimentan debido al efecto combinado de déficit de tiempo y la insuficiencia de ingresos. Para ello, se establece un umbral de ingreso diferente, que corresponde al umbral de la pobreza de las estadísticas oficiales de pobreza más el equivalente monetario necesario para reemplazar el déficit de tiempo en el hogar, que se calcula para cada hogar. La suficiencia de ingreso, en este nuevo marco, se juzga no sólo por la capacidad de cumplir con el umbral de pobreza de ingreso, sino también por la posibilidad de comprar el déficit de tiempo a través de los bienes y servicios de mercado. Considerar los datos de la pobreza de ingreso, pero no las necesidades mínimas de producción doméstica significa un enmascaramiento de las privaciones. Resulta por lo tanto crucial para la reducción efectiva de la pobreza desenmascarar estas privaciones y responder a las mismas a través de intervenciones políticas.

La medida LIMTIP tiene también la ventaja de que va más allá de la evaluación típica del nivel de pobreza de los hogares y arroja luz sobre la pobreza de tiempo dentro de los hogares, la pobreza de tiempo que experimentan las personas en el hogar, es decir, hombres y mujeres por separado. Las medidas oficiales que proporcionan las estadísticas desagregadas por sexo, simplemente cuentan el número de mujeres (u hombres) que viven en hogares pobres. Esta medida cuenta directamente a las mujeres (y hombres) a nivel individual que sufren de déficits de tiempo y tiene la capacidad de evaluar, individuo por individuo, la profundidad de los déficits de tiempo que inducen a la pobreza. Por último, elabora de la fuente, la causa subyacente de los déficits de tiempo de cada individuo: ¿se trata de largas horas de trabajo o exceso de tiempo dedicado a cumplir las necesidades de producción domésticas, o ambas cosas?

“…la reducción de la pobreza y la mejora de la equidad de género requieren de un conjunto de políticas integradas…” Lo que encontramos, en tres estudios de caso que realizamos, es que los «pobres ocultos” son, como era de esperar, tanto hombres como mujeres; sin embargo en el caso de los hombres, los déficits de tiempo que inducen a la pobreza se basan en largas horas de trabajo remunerado (y el tiempo de viaje para llegar a su lugar de trabajo), mientras que las mujeres dedican menos horas al trabajo remunerado de tiempo completo, pero lo compensan de sobra dedicando la mayor parte de su tiempo en tareas de producción domésticas. Este tipo de división del trabajo refuerza las estructuras de desigualdad de género en el hogar y también en los mercados de trabajo.

La ideología del “hombre proveedor” está firmemente arraigada. Como parte de nuestra investigación se realizó un experimento, donde se simuló un escenario “qué pasaría” en el caso de que todos los adultos que trabajaban a medio tiempo o estaban desempleados, pasaran a ser empleados de tiempo completo y sus compensación estuviera comparable a los salarios de mercado que individuos con características similares reciben. Como era de esperar, lo que encontramos es que la mayoría de los nuevos ocupados eran mujeres. Anticipamos este hallazgo simplemente porque la participación en la fuerza laboral (LFP por sus siglas en inglés) fue menor para las mujeres que para los hombres. Y si bien, en este escenario de simulación de pleno empleo, la pobreza de ingreso se redujo sustancialmente, para muchas mujeres (especialmente para las que tienen hijos e hijas menores de 18 años de edad), el nuevo ingreso obtenido no era suficiente para reemplazar su déficits de tiempo. Para la reducción de la pobreza, resultan fundamentales el desarrollo de la primera infancia y otros servicios de cuidado. Pero no sólo: la otra conclusión importante que podemos obtener de este experimento/simulación es que los salarios de algunos tipos de ocupaciones son terriblemente bajos – tan bajos, que el déficit de tiempo incurrido cuando otro miembro adulto entra en la fuerza laboral no se puede comprar, por ejemplo,  mediante la contratación de una o un trabajador doméstico. Este es el caso de los hogares de bajos ingresos, pero también de las mujeres que viven en hogares de ingreso medio. Es importante señalar también que, para promover la igualdad de género, los hombres deberían dedicar menos horas en el trabajo remunerado. Al mismo tiempo, el aumento de la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo debe venir acompañada de intervenciones en el mercado laboral para evitar que los bajos niveles de salarios las perjudiquen. La brecha salarial entre hombres y mujeres sigue siendo hasta la fecha un gran desafío y las políticas de “valor comparable” merecen ser retomadas en el diálogo político.

Presente brevemente un ejemplo concreto en la región de América Latina y el Caribe, donde la aplicación de la medida LIM-TIP ha arrojado resultados importantes. ¿Cuáles son las principales políticas públicas necesarias para incluir y proteger a los «pobres ocultos»?

Es difícil aislar un sólo hallazgo, pero voy a tratar de ser breve. En la primera fase de este proyecto de investigación, se calcularon las estimaciones LIMTIP de Buenos Aires, Santiago de Chile y las estimaciones de todo el país para el caso de México. La LIMTIP en el caso del estudio de Argentina fue de 11,1 por ciento, en comparación con 6,2% de acuerdo a la línea de pobreza oficial.  Para Chile, el ajuste de los déficits de tiempo aumenta el índice de pobreza al 17,8 por ciento respecto al 10,9 por ciento de la línea oficial. En México la tasa de pobreza se incrementa al 50 por ciento de un ya elevado 41 por ciento. Esto demuestra inmediatamente que un número considerable de personas se quedan fuera de los números oficiales de los pobres. Además, las estimaciones LIMTIP exponen que la profundidad de la pobreza, es decir, la disminución de los ingresos es mayor de lo que normalmente se supone: 1,5 veces más en Argentina y Chile, y de 1,3 veces en México. Estos hallazgos sugieren que si los resultados del mercado de trabajo y protección social que reducen las necesidades de producción domésticas permanecen sin cambios, los programas de apoyo al ingreso deben (a) ampliar su cobertura para incluir a los pobres ocultos, y (b) aumentar el nivel de apoyo para compensar la reducción de los ingresos debido a los déficit de tiempo.

Tres hallazgos adicionales merecen ser mencionados. En primer lugar, en contra de la opinión sostenida por muchos, las personas profesionales y mejor pagadas no se enfrentan a déficit de tiempo tan severos como las y los trabajadores pobres. En segundo lugar, ambos hombres y mujeres sufren déficits de tiempo que inducen a la pobreza, pero por causas diferentes: muchas horas de trabajo de bajo salario para los hombres y aún más bajo para las mujeres, sin embargo a pasar de que sus horas de empleo son inferiores a las de los hombres, la demanda de tiempo necesaria para las tareas domésticas por las mujeres es suficientemente elevada para volverse pobres de tiempo. En tercer lugar, nuestras estimaciones arrojan luz sobre los alarmantes pero ocultos riesgos que enfrentan los niños y las niñas.  Más allá de la conocida vulnerabilidad de los niños y las niñas a la pobreza oficial de ingreso, una mayoría sorprendente de ellos y ellas (70 %) viven en hogares con elevados déficits de tiempo.

Teniendo en cuenta de estos resultados, como se mencionó anteriormente, también pusimos a prueba la eficacia de la creación de empleo para la reducción de la pobreza y simulamos un escenario hipotético en el que todos los adultos sin empleo a tiempo completo ahora estaban empleados a tiempo completo. Bajo los patrones prevalecientes de salarios y horas de trabajo, nos encontramos con que la creación de empleo determinará la reducción de la pobreza de ingresos para algunos. Sin embargo, para muchos otros, simplemente se reproducen los patrones descritos anteriormente: el empleo proporcionará entrada en las filas de los trabajadores pobres con déficits de tiempo, y no un boleto para salir de la pobreza. Los hallazgos son particularmente importantes en el contexto de creación de una agenda de desarrollo inclusivo y el deterioro de las condiciones de empleo debido a la reciente desaceleración mundial.

“…lo más importante es el reconocimiento público de que existen déficits de tiempo, que imponen privaciones en las familias y que pueden inducir a la pobreza…”

La reducción de la pobreza y la mejora de la equidad de género requieren un conjunto de políticas integradas. No hay duda de que una agenda de desarrollo inclusivo debería  facilitar la participación femenina en la fuerza laboral. Sin embargo, para que el pleno empleo sea realmente una opción ventajosa para las mujeres y los hombres, otras dos áreas requieren de la misma atención política. En primer lugar, para paliar los déficits de tiempo que enfrentan las y los trabajadores, una regulación más estricta de las horas de trabajo acompañada de salarios por encima del nivel de pobreza debería  convertirse en el objetivo hacia el cual la política debeorientarpaulatinamente todos los adultos en edad de trabajar. En segundo lugar, deben estar disponibles para las mujeres y los padres trabajadores en general, programas de desarrollo de la primera infancia y de extensión de los horarios escolares que estén adecuados a los horarios de trabajo de los padres, y sobre todo de las mujeres. Resulta por lo tanto fundamental la corresponsabilidad del Estado en la provisión de cuidado para que las mujeres puedan dedicar más tiempo al empleo.

¿Cuáles son los factores claves que un país debería poseer a fin de poner en práctica la metodología LIM-TIP, (en términos de información, voluntad política, datos, recursos, etc.)?

Desde un punto de vista técnico, la construcción de LIMTIP requiere información sobre datos de tiempo y de ingreso de los individuos y sus familias, es decir, el tiempo dedicado a la producción doméstica, el tiempo pasado en el empleo, el ingreso familiar proveniente del empleo y el ingreso total del hogar. Si bien lo ideal sería que el ingreso sea reportado a nivel de cada individuo en el hogar y que todos los datos (a nivel individual y familiar) y las características demográficas sean proporcionados por la misma encuesta, esto no es desafortunadamente el caso (por lo menos por el momento). Los dos instrumentos básicos de encuesta mediante los cuales la información puede ser recopilada,  son las encuestas de uso del tiempo y las encuestas de ingresos – gastos en el hogar. Dada la importancia en nuestro esquema de la división de la producción doméstica dentro de los hogares, es mejor contar en los hogares multipersonales con información sobre el tiempo dedicado a la producción doméstica de todos, niños y niñas y adultos mayores.

Sin embargo, creo que lo más importante es el reconocimiento público de que existen déficits de tiempo, que imponen privaciones en las familias y que pueden inducir a la pobreza; además que los déficits de tiempo no son exclusivamente un asunto de las mujeres y que no se trata sólo de la «doble jornada», debido a las privaciones que las mujeres enfrentan cuando tienen un empleo remunerado y al mismo tiempo tienen que cuidar sus familias. Se trata principalmente de los hogares que parecen que llegan a fin de mes, pero en realidad no son capaces de satisfacer las necesidades básicas fundamentales en sus hogares. También se trata de subestimar el alcance y la profundidad de las necesidades insatisfechas de las poblaciones ya vulnerables, que tienen ingresos por debajo o alrededor del nivel de pobreza. A nivel individual, las mujeres sufren de déficit de tiempo, pero los hombres también se ven afectados gravemente. Por encima de todo, las niñas y los niños son más vulnerables de lo que pensamos y  sufren simplemente porque los adultos con quienes viven son pobres de tiempo.

El objetivo de este reconocimiento y sensibilización pública sería asegurar que se recojan los datos necesarios y que se utilicen para revisar las medidas oficiales de la pobreza de ingreso. En el corto plazo, constituiría un paso en la dirección correcta,  el compromiso de crear una medida de este tipo y publicarla en paralelo con las medidas oficiales de la pobreza. En última instancia, el objetivo reside en que los resultados obtenidos sirvan a los hacedores de políticaa diseñar y adecuar el conjunto de intervenciones para favorecer mejores  condiciones de vida a todos los ciudadanos.