El trabajo articulado entre organizaciones de mujeres y gobiernos locales y/o nacionales, posibilitó la implementación de acciones y políticas para promover ciudades más seguras para las mujeres y niñas, y garantizar que puedan usar, apropiarse y disfrutar el espacio público. El empoderamiento de las mujeres amplió su capacidad de incidencia ante los gobiernos, con logros como la inclusión de la violencia de género en las agendas políticas relativas a las ciudades, así como su necesaria participación en el diseño e implementación de políticas públicas de planificación territorial y seguridad ciudadana. ¿Qué aprendimos?: Frente a la debilidad institucional de los gobiernos de la región, aún los más comprometidos con las agendas de género, el fortalecimiento de las organizaciones y redes de mujeres es la mayor garantía de avance y sostenibilidad de las acciones. La actuación en sinergia con otras redes e instituciones afines ha permitido garantizar los éxitos en relación a la incidencia en políticas, en los sistemas de información de violencias, y en las prácticas y protocolos de actuación. Existen obstáculos de normatividad para alcanzar la equidad en la participación de las mujeres en los espacios de decisión territoriales. Se requieren acciones combinadas de impacto para avanzar en la transformación cultural de los comportamientos que motivan las violencias de género por parte de de los varones. |
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