En Sergipe, el estado más pequeño de Brasil, familias rurales de 15 municipios vulnerables trabajan junto al PNUD para superar las dificultades económicas generadas por la pandemia de COVID-19.

Durante las medidas de aislamiento, que pasan de los 70 días, la iniciativa “Dom Távora”, implementada por el PNUD y financiada por el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), se adaptó para seguir ofreciendo asesoramiento y apoyo al desarrollo de capacidades a las familias que son esenciales para garantizar la seguridad alimentaria en la región.

La Representante Residente de PNUD en Brasil, Katyna Argueta, dice que 49% de los beneficiarios del proyecto son mujeres rurales. “El proyecto ya trabajaba para apoyar a mujeres y jóvenes en el campo. Como la pandemia afectó a las mujeres de manera desproporcionada, debemos continuar fomentando la autonomía financiera femenina”.

 

Capacitación a distancia

 

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Ana Maria Santos, miembro de la Asociación de Agricultura Familiar Unicapri, dice que la iniciativa sigue ofreciéndoles apoyo incluso a la distancia. “Estamos muy satisfechos por la asistencia técnica que estamos recibiendo a través de diversos canales de comunicación, porque realmente la necesitamos»

Ella se refiere al asesoramiento a través de medios digitales, que la Secretaría de Estado de Agricultura de Sergipe y el equipo compuesto por 10 técnicos asesores adoptaron con éxito para ayudar a las familias de agricultores y sus organizaciones a acceder a los mercados de insumos, productos, servicios y mano de obra.

En las áreas donde la conexión a internet es inestable, WhatsApp se está utilizando como una herramienta para proporcionar asesoramiento individual y para compartir rápidamente información y coordinar acciones conjuntas a través de los grupos temáticos creados y facilitados por los expertos.

La asistencia técnica basada en fotos, videos y mensajes de audio ayuda a monitorear y respaldar los procesos de producción, mantenimiento y reparación de equipos e infraestructura, realizar verificaciones de las entregas, entre otros.

A lo largo de las medidas de aislamiento social, las mujeres dedicadas a la avicultura recibieron capacitación a través de video sobre cómo construir sistemas de alimentación y riego con materiales ya disponibles en sus granjas.

También usan smartphones y WhatsApp para reuniones semanales con compradores para discutir la disponibilidad y comercialización de los productos locales. Esto ha sido esencial para garantizar el acceso a los mercados durante la pandemia.

 

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Mujeres rurales

 

Mientras que otros subsectores agrícolas mantuvieron parte de sus ingresos y recuperaron la mayor parte con la implementación de apoyo adicional para comercialización, las propietarias de empresas de artesanías y cooperativas perdieron prácticamente todos sus ingresos.

En respuesta, se les ha apoyado a definir el proceso de producción, el costo y el precio final para la fabricación de máscaras, así como a vender sus productos a las instituciones estatales – que luego distribuyen de manera gratuita a los más necesitados.

Xifroneze Santos, líder comunitaria de Quilombo Caraíbas, dice que la producción de máscaras ha tenido un resultado positivo y les ha ayudado a garantizar ingresos en tiempos de pandemia. “Es un momento muy difícil, pero tenemos que resistir para poder existir”.

Finalmente, en respuesta al aumento de casos por violencia doméstica entre los beneficiarios del proyecto, los temas de género y violencia de género se integraron en los planes de capacitación para las 22 asociaciones productivas rurales.

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