A lo largo de su historia, los movimientos de mujeres, han logrado visibilizar y poner en el foco de la sociedad a las desigualdades de género y el machismo como causas y como sostenes de las diversas manifestaciones de violencia basada en el género.

Simultáneamente, la evolución del sistema internacional de derechos humanos y la emergencia de nuevos valores en nuestras sociedades confluyeron en distintas corrientes de pensamiento y de acción, que condenan todo tipo de violencia, incluida la basada en la diversidad de género.
Dichos esfuerzos para visibilizar esa violencia, ejercida mayoritariamente (pero no excluyentemente) hacia las mujeres y las niñas en diferentes ámbitos de la vida cotidiana, siguen siendo un desafío.

Si partimos de la premisa de que las relaciones entre los géneros (incluidas las violentas) son el resultado de una historia cultural, la única forma de cambiarlas es promoviendo nuevos valores basados en los principios de igualdad y equidad. Y estos valores necesitan ser compartidos tanto por varones como por mujeres.

Erradicar la violencia hacia las mujeres sin involucrar y comprometer a los hombres, será una meta difícil, sino imposible de pensar (y de realizar).

Al mismo tiempo, afirmar que la violencia masculina es natural, y no construida culturalmente, como requisito de una identidad basada en estereotipos, tampoco contaría toda la historia.

Hombres y mujeres han aportado también por décadas, a la construcción de una masculinidad única o dominante.

La femineidad y masculinidad significan cosas diferentes en cada quién, a diferentes edades, en diferentes épocas y en diferentes sociedades.
Afortunadamente, no todos los hombres son iguales. Tampoco todas las mujeres y esa diversidad es la que puede ser la via para dejar de lado los estereotipos tradicionales para cada unx.

Un mundo desigual y violento no sólo afecta a mujeres, niñas, niños, jóvenes; también afecta a los hombres en sus oportunidades de vidas más dignas y plenas.

Derechos, género, androcentrismo, mandatos culturales, división social y sexual del trabajo, masculinidad hegemónica, naturalización de las desigualdades, equidad e igualdad son algunos de los conceptos clave sobre los cuales reflexionar y trabajar mancomunadamente.

Construir un mundo más equitativo e igualitario, requiere de ejercitarnos en el entrenamiento de la mirada y generar procesos de reflexión y sensibilización de hombres y mujeres, reconociendo otras identidades, otras formas de ser mujer o varón, propiciando una nueva trama de relaciones sociales que pueda proyectarse en otra división del trabajo, otra distribución de los recursos y otra definición de jerarquías y poder entre ambos.

Así, la erradicación de la violencia física, sicológica, sexual, económica y patrimonial o simbólica,dejará de ser un deseo o una utopía y podrá ser incorporada como una posibilidad real en nuestras vidas.

 

El PNUD en Argentina, junto a otras agencias del SNU y otros socios, trabaja en distintas alternativas para la sensibilización de jóvenes y adultos, tanto mujeres como varones, basadas en estrategias que les permiten cuestionar los modelos hegemónicos de masculinidad y femineidad, y deconstruir algunos paradigmas en torno a los estereotipos que promueven la desigualdad y favorecen la aparición de fenómenos de violencia.

Masculinidades Plurales – Reflexionar en clave de géneros

Comprometidos con la Igualdad – Guía de acción para delegados y delegadas sindicales