El trabajo exhibe un perfil más inmóvil que el masculino y territorialmente más cercano.
El estudio “Género y equidad: el caso de la movilidad cotidiana”, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), revela diferencias significativas basadas en razones de género y estrato social en la movilidad urbana en Montevideo, sobre todo en la vinculada a los cuidados: las mujeres hacen seis de cada diez viajes orientados al hogar (59%) y entre los dos quintiles inferiores esa cifra trepa a 77% y 64% respectivamente. Los varones, en cambio, presentan un porcentaje mayor de viajes al trabajo en comparación con las mujeres (34,5% contra 27,6%).
Este trabajo, a cargo del sociólogo Diego Hernández, es el primer número de la colección “Ideas para agendas emergentes”, que edita el PNUD en Uruguay con el fin de posicionar en la agenda pública nuevos desafíos de desarrollo, y se elaboró en base a los resultados de la Encuesta de Movilidad del Área Metropolitana de Montevideo de 2016. En su desarrollo expone algunos indicadores clásicos cruzados por la variable género, indicadores específicos para esta discusión relacionados con la movilidad del cuidado (o tareas del hogar) y una profundización en el estudio de los itinerarios que dibujan las personas en la ciudad.
El informe señala que la estructura desigual de las actividades de mujeres y hombres y, por consiguiente, la movilidad urbana, “es producto de aspectos estructurales pautados por una división sexual del trabajo poco equitativa y la aún escasa corresponsabilidad social de dichos cuidados”. Las mujeres presentan un mayor porcentaje de viajes cuyo propósito es la movilidad del cuidado (compras para el hogar, dejar/recoger a niños en la escuela, dejar/recoger a alguien y acompañar a alguien), con 28,7% del total de viajes realizados con estos objetivos, mientras que en los hombres esta cifra es de 23,9%.
No obstante, esta situación no es similar en los distintos estratos socioeconómicos. En los dos primeros quintiles se observa que el porcentaje de minutos aportados por mujeres a este tipo de viajes es de 77% y 64% respectivamente, pero la disparidad se reduce a partir del quintil 3, en el que los minutos de viaje de las mujeres son algo más que la mitad, al tiempo que en los quintiles superiores “se podría afirmar que existe paridad e incluso reversión de la carga por sexos”. En estos resultados, la tenencia de motorización privada (auto o moto) juega un rol preponderante. Entre los sectores más pobres, que hacen la mayor cantidad de viajes a pie, las mujeres llevan buena parte de esa carga. En la medida que la cantidad de viajes en automóvil aumenta, mujeres y hombres tienden a compartir una porción similar de la carga temporal.
Perfil masculino del transporte privado
Los hombres presentan un porcentaje más elevado de viajes en medios motorizados privados, al tiempo que las mujeres presentan una estructura de tercios entre la movilidad privada, el ómnibus y las caminatas de hasta diez cuadras. En estas últimas dos opciones, las mujeres presentan porcentajes moderadamente mayores que los hombres, y en el caso del transporte privado las diferencias se ensanchan: los hombres lo utilizan en casi la mitad de sus viajes (45,2%) y las mujeres lo hacen en menos de una tercera parte de estos (28,1%). El documento identifica en este punto “un perfil masculino más sesgado hacia los viajes por trabajo y la motorización privada”.
El primer indicador en este sentido tiene que ver con la falta de libreta de conducir. El porcentaje de mujeres que se encuentra en dicha situación es más del doble que la de hombres (67% contra 31%). En sus viajes en automóvil o moto, nueve de cada diez hombres lo hacen en condición de chofer. Esta cifra disminuye a 62% en el caso de las mujeres, que además perciben a los vehículos como “menos disponibles” que los hombres. Mientras que en las dos categorías que denotan más disponibilidad (respuestas ‘siempre’ y ‘muchas veces’) los hombres casi doblan en términos porcentuales a las mujeres (59% contra 32%), en la que agrupa las dos respuestas que indican menor disponibilidad (‘nunca’ o ‘casi nunca’) las mujeres presentan un porcentaje tres veces mayor (21% contra 7%). Sin embargo, la motorización privada como recurso de los hogares no se distribuye de forma equitativa según los niveles socioeconómicos.
Los varones se encuentran proporcionalmente sobrerrepresentados en prácticamente todos los viajes en transporte privado, con independencia del propósito. A la inversa, las mujeres sistemáticamente presentan porcentajes mayores de viajes en transporte público. Esto se traduce a que, en promedio, los viajes laborales masculinos implican mayor distancia y menor tiempo de traslado, mientras que los tiempos de viaje al trabajo de las mujeres son casi seis minutos mayores que los de los hombres. Diferencias similares, aunque algo menores, pueden encontrarse en la movilidad del cuidado. Los hombres realizan un porcentaje mayor de viajes de este tipo en auto, al tiempo a que las mujeres les sucede lo mismo en relación con los viajes en transporte público y a pie cortos. El porcentaje de viajes en autobús orientados al hogar entre las mujeres dobla al de los hombres.
Las mujeres realizan menos de la mitad (43%) de los viajes en medios motorizados privados asociados a actividades orientadas a la subsistencia del hogar. En el caso de los viajes en ómnibus la cifra se eleva a tres cuartas partes (74%). Cabe destacar que se trata de movilidad con dependientes, de mayor demanda de tiempo, distancia y energía, carga que recae en las mujeres. Una proporción muy importante de dichos viajes (cuatro de cada diez) consisten en caminatas de hasta diez cuadras. Del total de minutos que los habitantes del área metropolitana de Montevideo dedican a viajar con el propósito de desempeñar actividades orientadas al hogar, 59% son utilizados por mujeres.
Patrón pendular doméstico
Más de la mitad de las personas (56%) hacen dos viajes durante el día, lo que constituye una de las pautas de la movilidad urbana: el viaje pendular en el que básicamente un individuo parte de su hogar en un momento del día, realiza una actividad y hace un segundo viaje para regresar, en el último desplazamiento del día. A su vez, nueve de cada diez personas han realizado hasta cuatro viajes. Un punto relevante es que la estructura de cantidad de viajes es prácticamente idéntica entre hombres y mujeres.
Casi la totalidad de estos desplazamientos comienzan y terminan en el hogar, y definen un itinerario del tipo hogar-actividad X-hogar. El más relevante es el pendular laboral (hogar-trabajo-hogar), que es el itinerario realizado por más de una tercera parte (37%) de las personas que hicieron dos viajes. Este tipo de itinerarios constituye el más importante en la movilidad del área metropolitana de Montevideo: una quinta parte del total de las personas en un día hábil salen de su hogar, van a trabajar y regresan al hogar.
El itinerario laboral diferenciado por género muestra una sobrerrepresentación de los hombres en términos proporcionales. Mientras que 41% de los hombres que hacen dos viajes presentan el itinerario hogar-trabajo-hogar, 33% de las mujeres en esta categoría lo hacen. En el caso del itinerario hogar-tareas del hogar-hogar, este representa 17% en los viajes de las mujeres y 10% en los de los hombres. Esto da la pauta de un patrón pendular doméstico en el caso de las mujeres que hacen dos viajes. La lógica pendular, pautada por el perfil tradicional de viajes al trabajo y al estudio, se ve moderada en el caso de las mujeres por tener una proporción menor de viajes laborales en detrimento de viajes orientados al hogar.
También se pueden percibir inequidades basadas en género en relación con la inmovilidad y la movilidad territorialmente acotada o “no demandante”: estos son los casos en los que la persona declaró que no hizo viaje alguno en el período de referencia de la encuesta. El porcentaje de personas inmóviles es algo mayor entre las mujeres que entre los hombres (22% contra 18%); generalmente estas personas permanecieron en sus hogares durante todo el día. Sin embargo, la brecha se amplía cuando se considera a las personas que se movieron en el entorno cercano: este es el caso de cuatro de cada diez mujeres (41%), al tiempo que entre los hombres esta cifra disminuye a tres de cada diez (33%).
Al cruzar estos datos con el nivel socioeconómico, se mantienen los mayores niveles de esta condición entre mujeres, en comparación con los hombres. El motivo para no haberse desplazado que muestra mayores diferencias entre sexos es el de quedarse en el hogar por tener que cuidar a alguien. La presencia de este fenómeno se reduce en los hogares en los que no hay niños menores de 12 años, en los cuales la inmovilidad y movilidad cercana es similar entre hombres y mujeres, y en aquellos hogares que cuentan con servicio doméstico. En el último caso, se trata de hogares en los que la mujer trabaja y tiene capacidad para contratar servicios de cuidado en el mercado.
Movilidad femenina: distancias cortas con itinerarios complejos
La perspectiva de género en la movilidad urbana pone de manifiesto diferencias y “potenciales nudos” de política pública que surgen de dichas diferencias, señala el informe, que destaca entre los principales hallazgos “una movilidad en que las mujeres presentan un perfil algo más inmóvil y, sobre todo, territorialmente más cercano”. Este hallazgo, indica, es consistente con la noción de una movilidad masculina de viajes más largos pero en menor cantidad y a un único lugar, y una femenina con distancias más cortas pero itinerarios más complejos.
“En relación con los viajes orientados al hogar en sí mismos, nos encontramos con una movilidad fuera de hora punta, en muchos casos acompañada de dependientes y con una fuerte demanda de energía personal y de necesidad de mínimas garantías de seguridad ciudadana”, afirma, y asegura que esto “pone sobre la mesa la necesidad de discutir sobre las condiciones en que se realizan esos viajes”. Asimismo, recuerda que dichas condiciones tampoco se distribuyen de igual manera entre mujeres: “Las mujeres de los sectores más pobres cargan con una proporción mucho mayor de los minutos dedicados a la movilidad del cuidado que las de los estratos más prósperos”.
Por último, el documento enumera una serie de recomendaciones para impactar positivamente en estos sectores, entre otras: mejorar la calidad del transporte público en términos de regularidad, velocidad, seguridad y frecuencia, mejorar la calidad de las veredas, combatir las conductas de acoso y violencia contra las mujeres y fortalecer la oferta de servicios relacionados al cuidado infantil.