El proyecto RESILIENCIA, apoyado por el GEF, implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y ejecutado por la CONANP, tiene como objetivo reducir los impactos adversos directos e indirectos del cambio climático sobre la biodiversidad de importancia global y las comunidades humanas a partir del fortalecimiento de la efectividad de manejo y configuración espacial de las Áreas Naturales Protegidas (ANP) en México. RESILIENCIA trabaja bajo un marco anidado de tres niveles -local, regional y nacional- y busca el fortalecimiento en tres ejes interrelacionados: institucional, socioeconómico y ecosistémico y se implementa en 17 áreas naturales protegidas a nivel federal, lo que abarca 7.8 millones de hectáreas, en 12 ecorregiones y en tres ambientes: terrestre, costero y marino. El proyecto tiene tres componentes que responden a las necesidades de resiliencia de la biodiversidad y de las comunidades en las ANP a diferentes escalas:

1.- Mejoramiento del Sistema de Áreas Naturales Protegidas: revisión y desarrollo de instrumentos y herramientas para la conservación, monitoreo, financiamiento y toma de decisiones ante el cambio climático.

2.- Expansión del Sistema de Áreas Naturales Protegidas: establecimiento de nuevas áreas de conservación a escala de paisaje, con la finalidad de incorporar refugios climáticos importantes y promover la conectividad entre ANP.

3.- Mejoramiento de la efectividad del manejo de 17 ANP para la reducción de impactos y amenazas específicas del cambio climático a la biodiversidad y a las poblaciones:  desarrollo de capacidades del personal y comunidades locales, así como de la CONANP y de otras dependencias vinculadas con el territorio que contribuyen a la construcción de resilienciaEl proyecto Resiliencia ha implementado durante un año en colaboración con socios locales en territorio de las distintas Áreas Naturales Protegidas que participan en el proyecto así como su zona de influencia, se implementaron diversas medidas de adaptación al cambio climático con el fin de aumentar la resiliencia de estos territorios, tanto de los ecosistemas como de las comunidades que dependen de ellos.

Uno de los criterios de evaluación de las propuestas para formalizar esta colaboración fue la transversalización de la perspectiva de género.  Cada área protegida tiene un contexto social muy particular, lo que ha significado un reto para muchas Organizaciones de la Sociedad Civil, cuya capacidad técnica es notable pero su formación en temas interculturales y de género no es homogénea. Con cada una se han logrado buenas prácticas y lecciones aprendidas relevantes, considerando las particularidades de sus contextos.

Destacamos el ejemplo de dos de ellas Terra Peninsular y Foro para el desarrollo sustentable, A.C. Terra tiene la responsabilidad de implementar una medida de “Conservación, restauración y manejo de combustibles en el Parque Nacional Sierra de San Pedro Mártir”. Como parte de las acciones ejecutadas respecto a esta medida se encuentran: las acciones de conservación y protección de suelos para reducir la erosión hídrica,  acciones indirectas contra incendios forestales y la rehabilitación de brechas cortafuego; así como la restauración de ecosistemas para contribuir en la captura de CO2 en biomasa forestal. Además llevaron a cabo diversas tareas de desarrollo de capacidades en temas de manejo de viveros forestales, como colecta de germoplasma y manejo de combustibles.

En cuanto al trabajo de la reducción de brechas de género y empoderamiento de mujeres, esta organización comenzó con una participación muy focalizada de algunas mujeres del equipo así como de las personas involucradas del área, por lo que decidieron diseñar y ejecutar un proceso de observación con una guía de género para identificar el grado de participación de las mujeres en las distintas actividades que llevaron a cabo, con el fin proveer información relevante para atender esta situación en este y futuros proyectos.

El diseño de esta guía de observación es un aporte muy relevante que se compartió con el resto de los socios implementadores, pues permite reconocer si existe una participación diferenciada entre hombres y mujeres. Además complementaron con encuestas estructuradas en la última fase del proyecto, dirigidas a las mujeres involucradas con el fin de conocer sus perspectivas, áreas de oportunidad y recomendaciones para fortalecer la equidad de género.  Gracias al empeño puesto de la organización y del interés en usar los lentes de género al analizar cada una de las actividades realizadas, es que al final de este proceso se dieron cuenta de cuáles eran las principales barreras para que las mujeres participaran activamente y pusieron mayor énfasis en atenderlas, tal es el caso del taller de “Uso de motosierra y remoción de combustibles en incendios forestales” donde aunque prevalecía una presencia masculina y se mostraban renuentes a las capacidades de las mujeres asistentes, conforme fue desarrollándose el taller, los participantes fueron modificando su percepción respecto al rol de las mujeres en el combate a incendios.

 

Trabajo En quipo para el tratamiento de  combustible forestal con motosierra; Foto por: Felipe León

 

 

Si bien todavía la participación de mujeres en el campo y en actividades que implican jornadas largas y en lugares lejanos, lo que es resultado de la división sexual del trabajo que aún persiste,  el hecho de investigar más a fondo el porqué de la participación diferenciada permite definir estrategias más puntuales para avanzar en materia de género y adaptación al cambio climático.

Otros de los logros a destacar es la evolución en la percepción de las mujeres sobre su participación y la percepción a su vez de los hombres hacia ellas, ellas reportaron que la toma de decisiones se volvió más colaborativa y consensuada, que sus opiniones  se tomaban más en cuenta y que mejoraron los procesos de comunicación con ellas.

De acuerdo con su experiencia y los instrumentos aplicados, Terra Peninsular nos compartió algunas recomendaciones puntuales para seguir trabajando en reducir la brecha de género, de las cuales sobresalen:

  • Promover la participación (no solo la asistencia de mujeres en brigadas)
  • Diseñar estrategias para una mayor participación de las mujeres, tener espacios en donde todas y todos puedan participar.
  • Promover el liderazgo y participación de las mujeres en espacios de toma de decisiones
  • Fortalecer las estrategias de planeación y ejecución de los proyectos
  • Promover la equidad de género entre los equipos de trabajo
  • Fortalecer las capacidades de las brigadas en diversos temas donde se incluya la participación de las mujeres.
  • Promover la participación e integración de la comunidad (zona de influencia, académicos, consejo asesor, entre otros actores clave) en las acciones de conservación y protección del Parque Nacional Sierra de San Pedro Mártir.

Por su parte Foro para el desarrollo Sustentable, tiene a su cargo dos medidas, por un lado el “Fortalecimiento de la conectividad de las selvas húmedas y su área de influencia por medio de la protección de corredores biológicos” en la RB Selva el Ocote y por otro, “Mantener e incrementar la conectividad del complejo, y su área de influencia a través de corredores biológicos, ecológicos y productivos sustentables”  en la RB Pantanos de Centla.

Destacamos su trabajo en la R.B Selva el Ocote, en el que desde el principio promovieron la participación de mujeres en las distintas actividades relacionadas con la media de adaptación. Uno de sus principales objetivos fue fortalecer el grupo de mujeres viveristas, que ya tenían un cierto rol en este aspecto, pero que la organización dedicó mucho esfuerzo y tiempo a fortalecer las capacidades y habilidades técnicas en el manejo del vivero y en la producción de plantas, de modo que el vivero es ahora reconocido como algo benéfico para ellas y la comunidad y un medio de vida viable que representa un avance hacia su empoderamiento a través de la posibilidad de generar recursos monetarios propios. Las capacidades para forma redes de colaboración y el desarrollo de habilidades de organización han sido claves para empoderar a este grupo. De ser unas cuantas mujeres interesadas en atender el vivero se convirtieron en un grupo consolidado, con una identidad propia y con competencias instaladas para hacer frente a los efectos adversos del cambio climático y participar activamente en la restauración de los ecosistemas.

Es importante resaltar también la intención de este socio en revisar siempre bajo en enfoque de género cada uno de los talleres realizados, desde el diseño con la revisión de una especialista en el tema de las cartas descriptivas, hasta la planeación y desarrollo. Esto sin duda representa una buena práctica que valdría la pena replicar en convenios futuros con organizaciones sociales y otro tipo de socios locales.

 

zaimg

 

Mujeres viversitas Foto: Foro para el Desarrollo Sustentable A. C