La resiliencia de las comunidades comienza al estar preparadas, sin importar el tipo de desastre que enfrenten. En el epicentro de esta resiliencia es común encontrar a las mujeres

organizándose, preparándose y ayudando a sus comunidades durante la preparación y respuesta ante los desastres. Este mes tuvimos el honor de poder conocer a muchas de estas mujeres gracias al simulacro de Tsunami que se organizó en la comunidad de Calibishie en Dominica como parte de las acciones propuestas dentro del marco del proyecto «Fortalecer la capacidad de preparación integrada y cohesiva a nivel regional, nacional y comunitario en el Caribe». Dicho proyecto apoya acciones concretas para fortalecer los sistemas de alerta temprana, así como tiene por objetivo mejorar la gestión de la información y la capacidad operativa para un mejor mecanismo de preparación para la respuesta Regional del Caribe. En colaboración con Antigua y Barbuda, Dominica, la República Dominicana, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas y Cuba a nivel nacional y comunitario, y con los actores regionales de alerta temprana y respuesta a nivel del Caribe, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), la Agencia Caribeña para el Manejo de Emergencias por Desastres (CDEMA), La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA) y la Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR) se han asociado con la Dirección General de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la Unión Europea (ECHO) para reducir el riesgo de desastres en la región.

 

Calibishie es un pequeño pueblo en el norte de Dominica, que se encuentra en la costa rodeado de montañas llenas de bosques. En este pueblo viven un grupo de estas mujeres resilientes preocupadas porque su comunidad esté preparada ante cualquier desastre. Mujeres de acción que son admirables por su determinación e incansables esfuerzos porque su comunidad y sus habitantes estén cada día mejor. Durante el ejercicio de preparación liderado por UNDP, NEPO y CDEMA y en coordinación con la Sociedad Nacional de la Cruz Roja, pudimos compartir con mujeres que lideraban la acción, como la directora de la escuela y la presidenta del consejo del pueblo, las cuales acompañadas por decenas de voluntarias y apoyadas por las mismas mujeres de su comunidad, subieron a medio día con un calor intenso las colinas que rodean el pueblo con la esperanza que en la eventualidad de un tsunami ellas y sus familias y seres queridos estarán seguros.

 

Desafortunadamente, en muchos casos estas mujeres son heroínas silenciosas, invisibles y subvaloradas, que durante durante los desastres se espera que sean ellas quienes se preparen en silencio, carguen con sus vidas y cuiden de sus familias y comunidades; cargándolas con un rol más, una responsabilidad más sin tener este apoyo oportuno, el reconocimiento o valoración de sus comunidades y las autoridades.Ellas quienes fueron las primeras en salir al final son las últimas en recibir el reconocimiento o apoyo que necesitan.

 

Por ello, desde el PNUD nos hemos comprometido a desarrollar políticas, protocolos y acciones de preparación ante los desastres que sean género responsivas para promover una transformación en la gestión de desastres donde se reconozcan, escuchen y beneficien a todas las personas de la comunidad y se promueva el compartir de responsabilidades y beneficios, ya que entre más equitativa, justa e igualitaria es una sociedad o una comunidad más resiliente será.

 

Las mujeres resilientes de esta isla de la naturaleza merecen esta sociedad más equitativa y justa donde se les reconozca, valore y apoye para que puedan seguir transformando sus comunidades.

 

Fuente: UNDP DIPECHO Caribbean Project

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