Más que nunca, la protección social es un instrumento crucial en estos tiempos de incertidumbre. La pandemia del COVID-19 ha puesto de manifiesto las brechas de riesgo y redistribución directamente relacionadas con las altas tasas de informalidad que caracterizan a la región de América Latina y el Caribe (ALC). La pandemia también ha exacerbado las desigualdades existentes dentro de los países y entre ellos, y ha puesto de manifiesto vulnerabilidades comunes que agravan sus consecuencias negativas. Estas desigualdades no solo se refieren a los ingresos, sino también al acceso a la educación, la salud, la participación laboral y otras dimensiones. Como afirmó Stiglitz (2020): “Desgraciadamente, por muy elevada que fuera la desigualdad antes de la pandemia, y por la fuerza con que ésta ha puesto de manifiesto las desigualdades en nuestra sociedad, el mundo post-pandémico podría experimentar desigualdades aún mayores a menos que los gobiernos hagan algo”.