Madre de siete hijos, Nana Sangaré es teniente de alcalde y presidenta de la asociación de mujeres de Sirakorola, ciudad ubicada al noreste de Bamako, capital de Malí.

Su asociación supervisa la instalación de paneles solares y la carga de baterías solares en su aldea, por lo que ahora puede regar sus cultivos con una bomba solar. La rentabilidad de sus huertos ha aumentado, así como sus ingresos que a su vez le permiten atender mejor las necesidades de sus hijos.

 

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Debido a que tiene sus propios paneles solares, Sangaré ahora puede regar sus cultivos con una bomba solar.

 

Este Día de la Madre es un momento oportuno para reflexionar sobre el trabajo que las madres como Sangaré y todas las mujeres del mundo realizan, en particular tareas domésticas no remuneradas como cocinar y limpiar, cuidar a los niños, a los ancianos y a las personas con discapacidad.

A pesar del creciente reconocimiento del trabajo de cuidado no remunerado, a menudo sigue siendo invisible y se da por sentado. Y las mujeres siguen trabajando. Según las últimas estimaciones mundiales, las mujeres dedican en promedio 3,2 veces más tiempo que los hombres al trabajo de cuidado no remunerado, pero ganan en promedio un 23% menos en la fuerza laboral.

Sin embargo, como se muestra en el reciente informe Igualdad de Género como un acelerador para cumplir los ODS (disponible en inglés), publicado por el PNUD y ONU Mujeres, cada vez es más evidente que la reducción y redistribución del trabajo de cuidado no remunerado es crucial para lograr la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. De ahí que la meta 5.4, bajo el ODS 5, reconoce y valora el trabajo de cuidado no remunerado y promueve las responsabilidades domésticas compartidas.

 

La reducción y redistribución del trabajo de cuidado no remunerado conlleva importantes beneficios para el desarrollo económico, la reducción de la pobreza, la mejora del bienestar y el capital humano. Se estima que, en los países que se está midiendo este valor, representa entre 20 y 60 por ciento del Producto Interno Bruto.

Una de las áreas prioritarias de la Estrategia de Igualdad de Género 2018–2021 del PNUD es la eliminación de las barreras estructurales que impiden el empoderamiento económico de la mujer. La labor del PNUD se centra en la transformación de las normas jurídicas, políticas y sociales para que la vida de las mujeres sea más justa.

 

Para ello, el PNUD ha ayudado a los países a adoptar políticas laborales, a ejecutar intervenciones oportunas y a colmar las lagunas en materia de datos. El informe anual sobre la aplicación de la Estrategia de Igualdad de Género del PNUD muestra, por ejemplo que, con el apoyo del PNUD, 612.000 hogares encabezados por mujeres recibieron energía limpia en 2018, lo que mejoró sus ingresos y su salud. En muchos países, la energía limpia y renovable asimismo permite a las mujeres reducir el tiempo que dedican al trabajo doméstico.

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Zuleyde Sanjinez Racua, de 25 años, lava los platos afuera de su casa en Santa Rosa, en lo profundo de la Amazonía boliviana.

 

El PNUD colabora con la Organización Internacional del Trabajo en Asia y el Pacífico a nivel regional, en la recopilación de estadísticas y la evaluación del valor económico del trabajo de cuidado no remunerado. El PNUD también ayudó al Gobierno de El Salvador a elaborar su política nacional en materia de asistencia, mientras que en el Brasil brindó apoyo para construir cocinas ecológicas, lo que favoreció a las mujeres que tenían que caminar cuatro horas transportando 20 kilogramos de leña tres veces por semana.

Si queremos progresar hacia el cumplimiento de la Agenda 2030, necesitamos repensar los roles de género y rediseñar las políticas públicas. Las infraestructuras que tienen en cuenta las cuestiones de género, la energía limpia, las políticas laborales relacionadas con la igualdad de remuneración y la no discriminación en el lugar de trabajo, los servicios de cuidado públicos de calidad y las licencias de paternidad y maternidad remuneradas son medios importantes que garantizan un trato justo a las mujeres.

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Ma Thui Prue, miembro del Grupo de Desarrollo Fakhyong Para Nari, comité de desarrollo dirigido por mujeres de la aldea, comparte una broma con su esposo en la región de Chittagong Hill Tracts en Bangladesh.

 

 

Asimismo, los modelos familiares positivos son importantes. Es más probable que los niños cuyos padres se ocupan del cuidado de sus hijos y de las tareas domésticas, lo hagan también cuando sean adultos. Y, en última instancia, la igualdad de género en el hogar conduce a la igualdad de género en el trabajo, en la comunidad y en la sociedad.

Debemos adoptar estas medidas. Si no se promueve una reforma de los roles de género ni una transformación de las relaciones de poder desde el nivel individual y familiar hasta el nivel estructural e institucional, no podremos lograr la igualdad de género ni, mucho menos, la Agenda 2030.

Esuna Dugarova es Especialista en Investigación de Políticas en el Equipo de Género, Oficina de Apoyo a Políticas y Programas, PNUD.

 

Edición de fotos: Rico Cruz, pasante de fotografía del PNUD New York.

 

Fuente: //medium.com/@pnud/la-igualdad-de-g%C3%A9nero-exige-reducir-y-redistribuir-el-trabajo-no-remunerado-de-las-mujeres-1ed69c76d815