Acabo de regresar de Kenia, donde fui el árbitro de la Copa para los Objetivos Mundiales. Este torneo internacional de fútbol reunió a mujeres y niñas de diferentes edades, quienes jugaron en representación del Objetivo Mundial que les parecía más importante, entre los que se incluyeron la igualdad de género y la erradicación de la pobreza.

¡Fue una experiencia excepcional! Pero igualmente impresionante fue la oportunidad que tuve de conocer de primera mano el gran trabajo que el PNUD está realizando para generar mayores oportunidades para mujeres y niñas. Conocí a muchas de ellas, cuyos relatos de cómo han mejorado sus medios de vida y comunidades me sorprendieron e inspiraron.

Si eres como yo, encuentras inspiración en las historias de personas reales que trabajan arduamente para construir un futuro mejor para ellas y para el mundo. Creo que eso es algo que todos podemos compartir.

Como padre y como esposo, defiendo apasionadamente aquello que encuentro importante. Quiero un planeta sano, seguro y próspero en el cual mis hijas puedan crecer. Quiero que ellas vivan en sociedades que les permitan perseguir sus sueños, maximizar su potencial y fortalecer a quienes las rodean. Un mundo que no las deja atrás o frustra sus esperanzas solo por su género.

Y quiero que estas oportunidades se extiendan a todas las niñas. No solo a mis hijas y sus amigas, quienes son las afortunadas, sino también para las incontables niñas y mujeres que viven en pobreza.

Es por ello que me he aliado al PNUD para luchar por la igualdad de género. Invertir en las mujeres y niñas es una jugada inteligente porque les permite tomar el control de sus vidas. De sus futuros. Y la evidencia nos demuestra que los beneficios alcanzan a toda la sociedad.

Únetenos en la construcción de este mundo para todas las hijas, no importa dónde hayan nacido. Puedes dar tu primer paso firmando mi petición y abogando por cambiar la situación a través de mayores oportunidades y esperanza para las mujeres y niñas.