Las mujeres con resultados exitosos en cualquier ámbito de la sociedad cubana no son motivo de asombro. Incluso, insistir en la extrañeza de sus hazañas, sería condenarlas a una excepcionalidad que solo perpetúa la discriminación sustentada en concepciones machistas.
Por ello Lourdes Pérez Garriga, vicepresidenta de la Cooperativa de Créditos y Servicios (CCS) Frank País, en el municipio de Güira de Melena, provincia de Artemisa, asume con naturalidad el reconocimiento a sus capacidades.
Además, la protagonista de este testimonio es de esas personas que valora el esfuerzo colectivo y resalta los méritos de las mujeres y hombres que la acompañan diariamente en la producción de alimentos.
Paso a paso…
A sus 50 años, esta mayabequense ha trabajado lo necesario para comprobar que combinar el esfuerzo y la dedicación, lejos de ser fórmula pasada de moda o frase movilizadora, es imprescindible en su vida.
Con 17 años comenzó su experiencia laboral en el municipio de Alquízar, donde recorrió los surcos desde su graduación como técnica en sanidad vegetal. Después aportó sus ideas transformadoras en la delegación municipal de la Federación de Mujeres Cubanas en Güira de Melena, espacios que evoca como oportunidades para aprender y en los que se entregó al máximo. “En cada lugar siempre trabajo con amor y cariño, para lograr unión y que las cosas funcione bien”, afirmó.
Otros cinco años como subdelegada del sector cooperativo en Güira fueron la antesala para llegar al sitio donde se reconoce feliz por estar “más cerca de la gente”, confesó.
Desde el 2005 se ha convertido en imprescindible para el buen funcionamiento de la CCS Frank País, en la se desempeña como vicepresidenta desde hace siete años.
Sobre su quehacer como directiva en la cooperativa comentó: “Los campesinos me quieren y eso me hace sentir bien y con fuerzas para seguir adelante. Los trabajadores me respetan. En los primeros años pensé que iba a ser un poco más difícil, pero asumí la tarea y ha salido bien. Para dirigir hay que saber escuchar los problemas y criterios de los demás”.
Las metas y anhelos de Pérez Garriga se cumplen en su labor diaria. “¡Qué mejor sueño que ser vicepresidenta de esta cooperativa donde he sido ratificada por dos mandatos!”, manifestó de forma altiva.
“El cariño de la gente es el mejor regalo. He alcanzado el éxito porque me gusta lo que hago y cuando pones empeño, por duro que sea, nada puede salir mal”.
Protagonista del cambio en Basal
Su carisma para motivar a las personas ha sido esencial para asumir las transformaciones en la cooperativa como parte del proyecto “Bases Ambientales para la Sostenibilidad Alimentaria Local (Basal)”, que promueve la adaptación al cambio climático en el sector agropecuario cubano a nivel local y nacional, con prioridad en Güira de Melena y otros municipios de la Isla.
Ella, junto al resto de la dirección de la entidad, participa de las nuevas iniciativas dirigidas a producir alimentos con la mirada atenta a los efectos de este fenómeno sobre los recursos agrícolas.
El programa cuenta con el liderazgo de la Agencia de Medio Ambiente, acompañada por el Ministerio de la Agricultura, con implementación a cargo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y financiamiento de la Unión Europea y de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación.
“Lo principal que ha promovido Basal es la concientización sobre el uso sostenible y eficiente de los recursos naturales. Como primer paso para lograrlo se realizan conferencias, talleres, fórum científico-técnicos de base y espacios abiertos de debate en las asambleas de la cooperativa”, explicó.
Con ello han logrado que las diferentes fincas desarrollen buenas prácticas agrícolas en apoyo a la adaptación al cambio climático, con el uso de medios biológicos para el control de plagas y de biofertilizantes y la rotación adecuada de los cultivos, empeño que no sería posible sin el soporte de las investigaciones científicas.
“Los resultados que se aprueban en la CCS se generalizan mediante consultas y contratas con los centros investigativos que habitualmente nos apoyan como el Instituto de Suelos, el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (Inca) y el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), entre otros”, sostuvo.
También se introducirán tecnologías conservacionistas para la preparación de suelos sin degradarlos, se les proveerán sistemas de riego más eficientes y biodigestores para tratar adecuadamente las excretas del ganado y producir biogás.
Asimismo, próximamente esperan comenzar a producir en su propia minindustria, que ya culminó la etapa de construcción civil. Sobre los beneficios, manifestó que piensan tener “una capacidad de tres toneladas diarias y dos turnos de trabajo para aprovechar al máximo los picos de la producción y eliminar pérdidas innecesarias. Además, así se contribuye al desarrollo de la comunidad, que podrá acceder a mercancías como mermelada de frutas, dulces en almíbar, tostones, vegetales en conserva y jugos”.
Resaltó, asimismo, que la minindustria permitirá procesar las cosechas que estén en riesgo de perderse ate situaciones climáticas desfavorables como las altas temperaturas que afectan a la mayor de las Antillas.
Historia detrás de la historia
Lourdes declaró que todo no es éxito y reconocimiento, pues detrás de los logros siempre están las huellas del sacrificio. “No ha sido tan fácil, porque a veces es duro cumplir con la carga de reuniones, visitas, horarios exigentes y además atender a la familia”, subrayó.
No obstante, y como para no dejar dudas sobre su capacidad, acotó que “siempre he demostrado que puedo cumplir y cuando haces el trabajo bien, enseguida lo comienzan a valorar.
“Nuestra cooperativa es muy grande, tiene 74 fincas con 281 personas asociadas. Pero los años en el sector cooperativo me han aportado experiencia. He aprendido a lidiar con las responsabilidades y nada me pasa por encima”, dice jocosamente.
Sus vivencias igualmente le permiten apreciar el protagonismo ganado por otras mujeres que la acompañan cada día, algunas a pie de surco u otras labores.
Lo alcanzado y las piedras en el camino
Durante estos años de intenso bregar ha logrado ser exitosa y cumplir muchos de sus propósitos en la vida. Pero está consciente de que el machismo sigue limitando a otras.
“Aunque ahora son menos los casos, algunos campesinos no quieren que sus esposas asistan a las actividades de la cooperativa y la comunidad”, refirió.
Considera que para las mujeres es más complejo tener protagonismo en las CCS. “Como no contamos con brigadas en el campo como las Cooperativas de Producción Agropecuaria (CPA) es difícil que alcancen más independencia, sobre todo en lo económico”, subrayó.
Sin embargo, alegó que ellas han ganado en autoestima y algunas logran insertarse en otras labores por las que reciben mayores beneficios económicos.
Las capacitaciones en temas de género, advierte Lourdes Pérez, han sido esenciales en la emancipación de estas. “Ellas han adquirido conocimientos sobre sus derechos y se han vinculado más a la CCS. Imagínate que cuando comencé en la cooperativa eran solo siete y ahora somos 60 aproximadamente, 12 son jefas de finca”, comenta.
Y aunque señaló la existencia de muchos prejuicios machistas, reconoció los avances: “Antes era más duro para nosotras. Ya no nos dejamos dominar tan fácil. A medida que se nos ha ido capacitando y que hemos abierto caminos ha sido mejor y alcanzamos más logros”.