Guatemala, Octubre de 2016. En el marco del 15 de Octubre, Día de la Mujer Rural, la mesa interinstitucional de Ambiente y Género de Guatemala, en la que participan más de 10 instituciones del estado, celebró el Foro «Mujer, pilar de Desarrollo Sostenible» para mostrar a través de experiencias concretas los aportes de las mujeres en los procesos de desarrollo.

 

 

Guatemala, Octubre de 2016. En el marco del 15 de Octubre, Día de la Mujer Rural, la mesa interinstitucional de Ambiente y Género de Guatemala, en la que participan más de 10 instituciones del estado, celebró el Foro «Mujer, pilar de Desarrollo Sostenible» para mostrar a través de experiencias concretas los aportes de las mujeres en los procesos de desarrollo.

El Foro que tuvo el objetivo de conocer y valorar las aportaciones de las mujeres para garantizar la protección de ecosistemas frágiles, la gestión justa, eficiente y sostenible de los bosques y recursos naturales así como su capacidad de adaptación al cambio climático, convocó a más de 250 mujeres guatemaltecas de diferentes etnias, edades y procedencias para compartir estos aportes.

El Centro Regional para América Latina y el Caribe a través de su área de Género fue invitada para dar una ponencia inaugural que versó sobre la evolución de la incorporación de las mujeres en los procesos de desarrollo desde 1975, la importancia actual de los ODS, donde a pesar de existir un Objetivo centrado en la Igualdad –ODS 5-, no se ve igualmente reflejado en el resto de los ODS más relacionados con temas ambientales y de gestión de riesgos de desastres.

A este respecto se compartieron algunos mensajes clave:

• Las mujeres desempeñan un papel fundamental en la gestión, conservación, explotación y aprovechamiento de los recursos naturales como consumidoras y educadoras, a pesar de contar con serias limitaciones para su acceso y control.

• Las mujeres rurales son las principales productoras agrícolas, por ello, son imprescindibles para sostener la seguridad alimentaria de los países.

• También son las que trabajan más y ganan menos, 38% no tiene ingresos propios. En América Latina, las mujeres poseen menos del 20% de la tierra.

• Los datos demuestran que, de tener el mismo acceso que los hombres la producción agrícola aumentaría considerablemente.

• El trabajo no remunerado de autoconsumo lo realizan generalmente las mujeres, especialmente la recolección de leña y el acarreo de agua.

La vasta experiencia de las mujeres las convierte en una fuente invalorable de conocimientos y pericia en lo que respecta a la gestión del medio ambiente y las medidas ambientales apropiadas, como comentó en el 2002 el Banco Mundial: «La igualdad de género es fundamental para la economía de los países»

El desarrollo sostenible es aquel capaz de satisfacer las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades. Esto supone cuidar del medioambiente y de la biodiversidad de tal modo que todas las personas de hoy y de mañana puedan contar con los recursos naturales y energéticos necesarios para el bienestar.

Cuando hablamos de medio ambiente y de biodiversidad, no sólo hablamos de plantas y de animales. Las personas, sus prácticas vitales y de consumo y su organización social son centrales en el análisis. En virtud de su socialización de género, mujeres y hombres desarrollan distintas funciones en la familia, el trabajo o la comunidad y, por tanto, manejan y conservan los recursos naturales de forma distinta y tienen un control diferenciado sobre los mismos. Del mismo modo, la vulnerabilidad que enfrentan unas y otros ante los riesgos de desastre difieren en función de los roles que desempeñan y los espacios en que se desarrollan. La propiedad de la tierra y el acceso y control de recursos naturales como el agua, la participación en la toma de decisiones de la gestión ambiental también están determinados por la discriminación histórica que han sufrido las mujeres.

Sin embargo, los proyectos medioambientales ignoran muchas veces esta realidad o aprovechan esta división de tareas para implementar sus iniciativas (a veces a costa de más carga de trabajo para las mujeres), sin ver la oportunidad que tienen de transformar patrones socioculturales, transformar las relaciones de género, empoderar a las mujeres y construir comunidades y sociedades sostenibles y equitativas.

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