La pandemia de la Covid-19 impactó de manera negativa diferentes sectores como el educativo, económico, salud, agopecuario, entre otros. Los grupos vulnerables, entre los que se encuentran las mujeres y las niñas, fueron los más afectados por estos impactos.

Es en este contexto que las actividades de economía social cobran gran relevancia, principalmente para las mujeres jefas de familia, al fomentar el autoempleo y actividades que les permitan tener seguridad alimentaria, acceso al agua, a la vez que hacen un manejo sustentable de los recursos naturales.

Por lo anterior, a través del proyecto “Reducción del impacto económico del COVID-19 y fomento a la recuperación temprana resiliente en comunidades de México” el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en México busca contribuir a la recuperación resiliente de las comunidades y de las mujeres ante los impactos de la pandemia de la COVID-19 a través de la reducción de sus condiciones de vulnerabilidad y el fortalecimiento de la seguridad hídrica, seguridad alimentaria y reactivación de economías locales desde un enfoque de gobernanza local, sostenibilidad y derechos humanos. El proyecto se implementa en 8 estados de la República Mexicana:

MUJERES DE MAR Y MAÍZ

En la región del istmo de Tehuantepec, se encuentra la comunidad San Mateo del Mar, Oaxaca. Esta comunidad de 14,835 habitantes se conforma casi en su totalidad de población indígena y tiene un alto nivel de marginación.

Mujeres de la comunidad han conformado su propia empresa social y se dedican a producir artesanalmente totopos de maíz. Esta es su principal actividad económica y la pandemia de la Covid-19 disminuyó considerablemente sus ventas, lo cual agudizó las vulnerabilidades de este sector de producción compuesto en su totalidad por mujeres.

“Tener este espacio fortalece la producción, y además permite el encuentro de las mujeres para compartir la vida, animarse y soñar en un futuro donde seamos más fuertes”

 Retroalimentación anónima de los talleres de fortalecimiento de capacidades.

Como respuesta a la crisis y con apoyo del proyecto, el colectivo Mujeres de Mar y Maíz se organizó para mejorar sus capacidades de administración, ahorro, organización y tecnificación para la producción. De esta manera, este grupo de mujeres está aprendiendo a colectivizarse para mejorar sus capacidades de producción y comercialización para volverse más resilientes ante las crisis.

SABIDURÍA INTERGENERACIONAL

En la Península de Yucatán, las familias de comunidades rurales producen solamente el 46% de alimentos frescos como maíz, leguminosas, carne, huevo, frutas y verduras. Lo anterior representa un reto para la alimentación de las familias que agotaron sus reservas de alimentos durante la pandemia para sostener a quienes perdieron sus empleos.

Los traspatios familiares son liderados en su mayoría por las mujeres de estas comunidades en los cuales cultivan alimentos para el autoconsumo familiar. Sin embargo, a lo largo del tiempo se han perdido las prácticas de manejo y se ha reducido la diversidad de los alimentos producidos. Al ser un espacio con alto potencial productivo, el proyecto busca recuperar las prácticas de producción agroecológica de alimentos tanto vegetales como animales en los solares familiares.

“Somos dueñas de nuestros solares y decidimos qué sembrar y qué animales tener, producimos alimentos saludables que ofrecemos con confianza y orgullo a nuestras familias”

 Manuela Poot Chuc, productora.

Estas prácticas no solo brindan una posibilidad de generar alimentos saludables y contribuciones de las mujeres a la economía familiar, sino también evita contaminación del suelo, agua y al aire, y protege a los polinizadores como las abejas.

Esta actividad resulta ser un espacio de empoderamiento de las mujeres y de construcción colectiva de aprendizajes intergeneracionales, a la vez que contribuye a la resiliencia ante las crisis.

MUJERES EN EL TURISMO COMUNITARIO

La Alianza Peninsular para el Turismo Comunitario (APTC) está integrada por 3 redes y 24 empresas sociales dedicadas a actividades que educan, conservan y aprovechan el entorno natural, de las cuales, 35% de estas empresas son lideradas por mujeres.

Durante la pandemia, estas empresas de mujeres adaptaron los espacios para tener una reapertura segura de los servicios que ofrecen y a través del proyecto se impulsaron estrategias para mejorar la digitalización y generación de energía sostenible. Gracias a estas acciones, lograron reactivar la actividad turística adaptándose a un nuevo esquema de hospitalidad, bajo el sello de certificación colaborativa Viaja Seguro y Solidario, que permitió reactivar sus proyectos y contribuir a que más de 1,600 familias y negocios locales recuperaran su fuente de ingresos.

Actualmente, están capacitando a otras 3 regiones de México y Guatemala con el modelo de recuperación económica resiliente para el sector de turismo comunitario.

Estas acciones que buscan beneficiar a más de 6 mil familias de forma directa y 130 mil personas de manera indirecta, forman parte del proyecto “Reducción del impacto económico del COVID-19 y fomento a la recuperación temprana resiliente en comunidades de México”, ejecutado por el PNUD en México con el apoyo de la Z Zurich Foundation, Fomento Social Citibanamex A.C., la Fundación W.K. Kellogg, Ayuda en Acción México, Fundación FEMSA, Rotoplas y los Gobiernos de los Estados de Chiapas y Morelos.