En la península de Yucatán se extiende la mayor parte de selva maya, en ella se ha realizado manejo forestal por más de 50 años. Esto ha llevado a la formación de empresas forestales comunitarias de productos maderables y no maderables. Aunque amenazado por los procesos de deforestación, se trata de un ecosistema megadiverso y un territorio culturalmente valioso, por lo que todos los esfuerzos de conservación son importantes, necesarios y urgentes.

Hablemos de uno que es fundamental y que puede resultar en cambios profundos: la incorporación de mujeres en las actividades productivas del manejo forestal. De realizarse de manera consciente, apropiada y sistemática, los resultados serán muy positivos. Por ejemplo, el incremento del valor de los productos de la selva, la revalorización de los servicios ecosistémicos, el enriquecimiento de la agrobiodiversidad, y el fortalecimiento de la conservación comunitaria. Procesos que van de la mano con el fortalecimiento del papel de las mujeres rurales, desde la generación de ingresos para sus familias, su incidencia en la toma de decisiones comunitarias y el aumento en su tenencia de la tierra.

La actividad forestal desde su origen ha sido dominada por hombres, sin embargo, cada vez existen más iniciativas de mujeres que están dispuestas a cambiar expectativas y roles impuestos para unirse a las acciones de conservación y manejo de los recursos de la selva, y empoderarse personal y colectivamente.

SELVA FÉRTIL

En esta selva de la península de Yucatán, crecen cientos y cientos de árboles que cumplen funciones ecológicas muy importantes. Muchos ejidos han aprendido a aprovecharlos de manera sostenible y los esfuerzos por conseguir certificaciones nacionales e internacionales son fundamentales para mantener la actividad productiva y la conservación de la selva.

Se han constituido grandes aserraderos para trabajar apreciadas maderas tropicales, desde las populares caoba (Swietenia macrophylla) y cedro (Cedrela odorata), hasta las más diversas como chicozapote (Manilkara zapota), jabín (Piscidia piscipula), machiche (Lonchocarpus castilloi), pukté (Terminalia buceras), tzalam (Lysiloma latisiliquum) y katalox (Swartzia cubensis). Ejidos en Quintana Roo y Campeche, como Caoba, Nuevo Becal, y Tres Garantías, han sido reconocidos por su buen manejo forestal lo que los ha llevado a obtener la certificación del Consejo de Administración Forestal (FSC por sus siglas en inglés), que les permite posicionar su madera en el mercado nacional e internacional.

LA CREATIVIDAD FLORECE

En esta hermosa diversidad arbórea, la creatividad también aflora y las mujeres no se han quedado atrás. Inspiradas en la fortaleza y el arraigo de tan majestuosa vegetación, surgió la iniciativa Creciendo Raíces, una carpintería de 30 mujeres ebanistas en el Ejido Caoba, ubicado en el municipio de Othón P. Blanco en Quintana Roo. Se trata de un proyecto que nace de las mujeres de la comunidad que decidieron aprovechar puntas y ramas de campo, consideradas residuales en la actividad del aserradero. En un inicio, el objetivo del grupo fue capacitarse y empoderase colectivamente, para fortalecer su papel en la toma de decisiones ejidales. De esta forma han logrado que su actividad forme parte de la cadena de custodia del aserradero.

Enfocadas en crear un espacio de trabajo solo para las mujeres del ejido, se han especializado en la producción de equipo apícola, principalmente cajas anti-PEC (pequeño escarabajo de la colmena), y han logrado dar empleo a madres solteras, mujeres jóvenes, hijas o esposas de ejidatarios y avecindadas. Mujeres que suelen ser excluidas de trabajos y la toma de decisiones por estas características y que actualmente forman parte de un grupo que plantea en conjunto reglamentos y códigos de ética que les permiten fortalecer su iniciativa.

“La madera es de procedencia legal, está certificada por buenas prácticas. Nosotras no andamos destruyendo la selva, ocupamos la madera de desperdicio y le damos una segunda vida para hacer las cajas de abejas. Ahorita ya no se desperdicia nada.”

“Siempre hemos estado unidas como grupo de mujeres, tomando acuerdos y demostrando que sí se puede.”

 Ana Laura Mateo Ake, encargada de producción y ventas de Creciendo Raíces

Uno de los mayores retos que han enfrentado es el machismo en la comunidad. En un inicio, los hombres pusieron resistencia ante la propuesta de un grupo de mujeres carpinteras, y algunas socias tuvieron problemas con sus esposos al empezar a trabajar. En un punto crítico, en la asamblea ejidal se habló de vender material de la carpintería, al considerar que no era una actividad redituable. Sin embargo, las ebanistas han demostrado una y otra vez el valor de su trabajo y en la asamblea – en la que ellas ya participan activamente – se ha determinado que la actividad continuará.

Sin duda, esta actividad ha fortalecido la confianza de 30 mujeres, que como grupo se sigue formando para diversificar su producción. Actualmente además de los productos apícolas, ofrecen pisos (decks) y planean empezar a realizar muebles gracias a las alianzas que han formado.

SELVA VIVA

Si seguimos recorriendo la selva notaremos especies que proveen productos no maderables. El Ramón (Brosimum alicastrum), es un árbol que puede medir hasta 30 metros de altura, de tronco muy grueso, cuyas raíces son profundas y fuertes para resistir fenómenos naturales como huracanes; sus frutos son pequeños y carnosos, su follaje permanece verde durante la temporada de secas. Como el árbol de ramón, siempre lleno de vida, así son las mujeres que habitan la selva, que día a día se fijan metas, emprenden nuevos proyectos y construyen sueños.

En la península de Yucatán, este árbol es muy apreciado por la diversidad de usos que se le han encontrado, al menos hay 12 productos diferentes con muy variadas aplicaciones. En Quintana Roo y Campeche hay dos grupos de mujeres que saben muy bien el potencial que tiene esta especie y se han organizado para cuidarla y aprender de ella.

En el Ejido Tres Garantías se conformó la empresa forestal comunitaria Selva Viva 3G en 2014, integrada por nueve mujeres de diferentes edades que se dedican a la elaboración de productos derivados de la hoja y semilla del árbol de Ramón. Iniciaron su trabajo de manera artesanal y experimentando en sus propias casas, conscientes de la importancia de su recurso, siempre se han enfocado en desarrollar actividades para el aprovechamiento sustentable de la selva.

“Me enorgullece escuchar que mi hija de grande quiere ser como yo.”

 Cristina Rodríguez. Socia fundadora de la cooperativa

En la fábrica de la cooperativa Selva Viva se elaboran productos derivados de las semillas y hojas del ramón (té de hojas y semilla, harina para hotcake y polvo para horchata). Actualmente, gracias al apoyo del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en México, cuentan con una maquina empaquetadora de sobres de té, que permite total autonomía en el proceso de producción. Además, hicieron un rediseño de sus empaques que reflejan sus gustos e identidad. Sus productos son enviados a toda la república mexicana, y su meta es posicionarse en el mercado internacional.

Cristina Rodríguez, es socia fundadora de la Cooperativa y actualmente forma parte del consejo de vigilancia. Fue presidenta durante cinco años y actualmente supervisa actividades fuera de la empresa y en las superficies donde reforestan, también apoya a la nueva presidenta en sus actividades y toma de decisiones.

Como mujeres tenemos muchos obstáculos para desarrollarnos en el ambiente laboral, algunas veces inicia desde casa y la comunidad, otras para encontrar los recursos necesarios de las diferentes instituciones, pero no por eso debemos rendirnos.

ALIMENTO DE LA SELVA

En Nuevo Becal, uno de los ejidos más grandes del municipio de Calakmul en Campeche, otro grupo de mujeres decidió organizarse para integrarse a la actividad forestal en 2018, unos años después. Ellas plantearon al ejido hacerse cargo de transformar la semilla de ramón en harina para la elaboración de alimentos. Ante esta propuesta el Ejido les otorgó la anuencia para realizar el aprovechamiento de semilla y hojas para forraje de ramón a 17 mujeres. Su primer logro fue constituirse legalmente y ahora son reconocidas como Mujeres de Nuevo Becal, María Coronel es la actual presidenta del grupo.

“Como presidenta mi sueño es llegar a hacer la semilla del ramón en harina para elaborar pasteles y galletas, sé que todo lo vamos a lograr con esfuerzo diario”.

Al igual que sus compañeras en Quintana Roo, se han enfrentado a la resistencia de la población masculina que no cree que puedan llevar a cabo las actividades de campo. Encuentran obstáculos como la lejanía de sus tierras de aprovechamiento o la inundación del terreno en el que construyeron su fábrica. Pero la fortaleza del grupo se ha hecho notar, han demostrado que no se detienen y se han ganado el lugar que ocupan actualmente al interior del ejido, venciendo estos obstáculos como afirma María Coronel.

El trabajo que realizamos no es fácil, debemos recorrer grandes distancias para llegar al ramonal y realizar la limpieza debajo de los árboles.»

“Las actividades que realizamos nos ayudan a generar ingresos para la familia, nosotras lo trabajamos, nosotras lo ganamos.”

El proyecto que llevan actualmente les ha permitido diseñar su propio centro de trabajo a partir de una metodología de arquitectura participativa, y ya cuentan con un centro de procesamiento y una bodega. Además, están a cargo de la conservación, restauración y manejo de 5,000 hectáreas de ramonal en la zona de aprovechamiento ejidal.

El trabajo constante se refleja en los resultados, así las mujeres de las cooperativas y empresas forestales todos los días dedican tiempo de calidad, desde las capacitaciones, la limpieza de los ramonales, el mantenimiento de la maquinaria, la preparación y supervisión de sus productos, el manejo administrativo, todo esto sin dejar a un lado las labores del hogar.

El trabajo de estas grandes mujeres nos enseña, que para poder lograr lo que queremos, debemos soñar en grande, esforzarnos cada día, buscar aliadas y aliados para crecer y ser resilientes ante cualquier problemática. Caminar por la selva es un reto con continuos obstáculos, pero el paisaje cautivador nos puede inspirar para crear alternativas innovadoras que nos permitan apreciar lo que tenemos a nuestro alrededor.

“Me han ayudado mucho las capacitaciones, en el sentido en que el dinero ingresa a mi familia, me ayuda para tener un empleo y qué ofrecerles a mis hijas.”

La labor de estas grandes mujeres nos enseña, que para poder lograr lo que queremos, debemos soñar en grande, esforzarnos cada día, buscar aliadas y aliados para crecer y ser resilientes ante cualquier problemática. Caminar por la selva es un reto con continuos obstáculos, pero el paisaje cautivador nos puede inspirar para crear alternativas innovadoras que nos permitan apreciar lo que tenemos a nuestro alrededor.

“Si tienen el sueño de emprender, emprendan, la vida es solo una y hay que vivirla, lo que nosotras soñamos un día, ahora ya lo tenemos”