La principal amenaza al progreso en la región es la recaída de millones de hogares en la pobreza, aunque la ralentización económica no es la única culpable de tal regresión, según el Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), lanzado hoy junto a más de 60 legisladores de la región en la sede del Parlamento Latinoamericano y Caribeño (Parlatino). El informe sostiene recomendaciones para que la región impida retrocesos y siga avanzando en lo social, económico y ambiental, con políticas publicas de nueva generación, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
La principal amenaza al progreso en la región es la recaída de millones de hogares en la pobreza, aunque la ralentización económica no es la única culpable de tal regresión, según el Informe sobre Desarrollo Humano (IDH) para América Latina y el Caribe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), lanzado hoy junto a más de 60 legisladores de la región en la sede del Parlamento Latinoamericano y Caribeño (Parlatino). El informe sostiene recomendaciones para que la región impida retrocesos y siga avanzando en lo social, económico y ambiental, con políticas publicas de nueva generación, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En el informe titulado Progreso Multidimensional: bienestar más allá del ingreso el PNUD manifiesta especial preocupación por las 25 a 30 millones de personas—más de un tercio de la población que salió de la pobreza en la región desde 2003—que corren riesgo de recaer en la pobreza. Muchos son jóvenes y mujeres con inserción laboral precaria en los sectores de servicios de la región. Forman parte de un grupo mayor, de 220 millones de personas (38%, casi dos en cada cinco latinoamericanos) que son vulnerables: oficialmente no son pobres pero tampoco lograron ascender a la clase media.
El IDH destaca que lo que incide en la salida de la pobreza es distinto a lo que previene que las y los latinoamericanos vuelvan a recaer en ella. En la década pasada, los mercados laborales y la educación fueron los grandes motores para dejar la pobreza. Sin embargo, es fundamental que las políticas publicas de nueva generación fortalezcan los cuatro factores que impiden retrocesos: protección social, sistemas de cuidado, activos físicos y financieros (como un auto, casa propia, cuenta de ahorro o dinero en el banco que actúan como ‘colchones’ durante las crisis), y calificación laboral. Estos elementos clave componen lo que el IDH denomina canastas de ‘resiliencia’, que es la capacidad de absorber shocks y prevenir retrocesos, lo que es fundamental para la región en este momento de ralentización económica.
El IDH hace un llamado para repensar el modelo latinoamericano de progreso hacia un concepto multidimensional, en línea con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y que trascienda el uso del ingreso per cápita, el ritmo del crecimiento económico y el Producto Interno Bruto (PIB) como criterios privilegiados para medir el nivel de desarrollo. El crecimiento económico solo no basta. Nada que disminuya los derechos de las personas y comunidades o que amenace la sostenibilidad ambiental puede ser considerado progreso, resalta el informe.
“Los retos de un desarrollo sostenible, holístico y universal no expiran al alcanzar un determinado umbral de ingreso: no nos ‘graduaremos’ de los retos del desarrollo a menos que demos respuestas apropiadas a las múltiples dimensiones que permiten a las personas vivir vidas que consideran valiosas,” dijo la Subsecretaria-General de Naciones Unidas y Directora Regional del PNUD para América Latina y el Caribe, Jessica Faieta en el lanzamiento en Panamá. “En este momento, por un lado hay que proteger los logros alcanzados, lo cual incluye prevenir la caída en pobreza de millones de personas y por otro lado hay que impulsar políticas y estrategias inclusivas e integrales adaptadas a poblaciones que sufren de discriminaciones y exclusiones históricas”.
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Más de lo mismo no rinde lo mismo – Si bien salieron de la pobreza cerca de 72 millones de personas y entraron a la clase media 94 millones de personas entre 2003 y 2013, los últimos tres años vieron una ralentización y luego una reversión de esta tendencia. Según el IDH, el promedio anual de latinoamericanos que salieron de la pobreza fue de casi 8 millones entre 2003-2008 y de 5 millones entre 2009-2014. Entre 2015 y 2016 aumentó el numero absoluto de personas pobres, por primera vez en la década.
Esto se da por los límites de la expansión laboral y fiscal en la región. El mercado laboral en América Latina, en su gran parte es informal, según el IDH. Más de la mitad de los 300 millones de trabajadores en la región son: asalariados en micro-empresas con menos de cinco puestos de trabajo, autoempleados sin calificación o no perciben ingresos (programas de aprendizaje, por ejemplo). Asimismo, de las más de 50 millones de empresas pequeñas y medianas, el 70% son informales, y dos de cada tres nuevos empleos creados en la región fueron en el sector de servicios, que tiene baja productividad y altas tasas de informalidad. Sin aumentos futuros de la productividad de los sectores de baja calificación laboral, la sostenibilidad del crecimiento y, en consecuencia, de los logros sociales, se compromete, señala el IDH.
Además, la expansión de transferencias sociales y pensiones no contributivas, que explican cerca de 30% de la reducción de la desigualdad de ingresos desde 2002, también encuentra un techo fiscal. Asimismo, el informe destaca que el peso de la carga tributaria en los pobres es tan alto en la región que suele anular el beneficio recibido por programas de transferencias de ingreso. Así, el IDH señala que mejorar la efectividad y progresividad del sistema fiscal en su conjunto es un desafío urgente para la región.
Invertir en las mujeres y en políticas de cuidado es clave para sacar la región adelante, dice el informe. Aun cuando la proporción de mujeres con estudios universitarios en la región era más alta (17.3%) que la correspondiente proporción de hombres (14.8%), en el 2013, las mujeres percibían un salario promedio por hora 16.4% menor en relación a los hombres. Además, las mujeres dedican tres veces más tiempo a labores de cuidado y del hogar que los hombres. Las tendencias demográficas y la ausencia de mecanismos de cuidados (especialmente para niños y adultos mayores), combinadas con el aumento de la participación laboral femenina, restringen una mejor inserción de la mujer en el mercado laboral y la generación de ingresos en los hogares, el informe resalta.
“Ser mujer, afrodescendiente, indígena, LGBTI, joven, persona con discapacidades, todo esto incide en las oportunidades, en la posibilidad de ascenso social y económico y en el acceso a servicios,” dijo el principal autor del informe y economista en jefe del PNUD para América Latina y el Caribe George Gray Molina. “Cada generación latinoamericana decide qué cambio estructural persigue: quedan hoy transiciones pendientes de ciudadanía y de resiliencia que no se resolverán con más crecimiento económico.”
Fuente: PNUD LAC
Fotografías: Pilar Lacalle