Tanto se ha repetido que existe un sexo débil y uno fuerte para limitar lo que una mujer puede y no puede hacer. Desde una joven que rescata un tubérculo milenario, una activista en uno de los distritos más inseguros en Lima y hasta una estudiante que aspira a llevar energía limpia a toda la Amazonía, todas estas mujeres en Perú están demostrando que no existe ningún sexo débil y que, contrario a eso, son ellas quienes están construyendo una generación de igualdad.
Esta generación recoge los pasos de determinación que tantas otras mujeres han forjado durante décadas para acabar con la posición de desventaja donde, históricamente fueron relegadas. Esta desigualdad es una paradoja aún en Perú y el mundo. Las mujeres no ganan tanto como los hombres, no reciben el mismo nivel de educación, tienen menos probabilidades de empleo, acceden a menos servicios y no participan en la toma de decisiones en igualdad de condiciones y a menudo son apartadas del liderazgo político. Y, por si fuera poco, esta desigualdad repercute en diversas formas de inseguridad para ellas, ya que cada mes 12 mujeres en promedio son víctimas de feminicidio en este país.
A pesar de que aún queda mucho por hacer, las historias de Rosaurelia, Gilda, Catalina y Betty son una inspiración de cómo podemos reimaginar economías, sociedades y políticas para derribar estereotipos y construir en una generación de igualdad, una generación que requiere el compromiso de todas y todas sin dejar a nadie atrás.
Fuente: https://www.pe.undp.org/content/peru/es/home/presscenter/articles/2020/-quien-dijo-sexo-debil-.html