“El chocolate ha cambiado mi vida”, nos dice Carmen Franco, una mujer jefa de hogar y emprendedora de 57 años de edad, policía de profesión. Carmen trabaja en la policía del municipio Andrés Bello, perteneciente a la ciudad de San José de Barlovento en el estado Miranda, y se dedica a hacer chocolate en su tiempo libre. Sin embargo, señala entre risas: “aunque más es el tiempo que trabajo haciendo chocolate”.

Hace año y medio circunstancias adversas de salud le permitieron reencontrarse con la chocolatería. Estaba de licencia médica y para “mantenerse activa” y “no enfermarse más”, tomó la decisión de inscribirse en un taller de Chocolatería donde aprendió todo el proceso de transformación del grano de cacao: desde su recolección hasta su conversión en la barra de chocolate. Dice que a pesar de tener toda la vida en una zona donde se produce el cacao (la ciudad de Barlovento es reconocida por cosechar cacao de alta calidad), desconocía cómo trabajarlo.

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Ana María Rojas tiene 35 años, es licenciada en Educación, y se dedica a tiempo completo a la costura. Su especialidad es la confección de ropa para niños, trajes de baño y ropa interior, y tiene como principales clientes a los vecinos de su localidad.

Hace año y medio, participó en un curso de costura donde aprendió a hacer vestidos para niñas, pijamas, trajes de baño y a confeccionar uniformes escolares que actualmente elabora por encargo. Dice que a través de este taller tuvo la oportunidad de usar las máquinas adecuadas, obtener la materia prima (telas e hilos) y posteriormente optar a un microcrédito que incentivó el que su proyecto creciera. Señala que “tuvo la oportunidad de refrescar conocimientos sobre la costura” y replantearse sus metas: “yo era suplente escolar y el ingreso que percibía no me alcanzaba para nada… A raíz de este curso me propuse independizarme y dedicarme a la costura y así tener más tiempo para hacer otras cosas también”.

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Carmen y Ana María formaron parte de las 844 personas beneficiarias del proyecto Apoyo al emprendimiento de grupos sociales en situación de pobreza y vulnerabilidad,implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Venezuela y el Grupo Social CESAP, organización con más de 40 años de trayectoria en el trabajo con comunidades a escala nacional.

Este proyecto fue diseñado con el objetivo de desarrollar oportunidades para ampliar los ingresos de mujeres jefas de hogar, mujeres indígenas, mujeres afrodescendientes y mujeres y hombres jóvenes, a fin de contribuir a mejorar su calidad de vida de manera sostenible, al potenciar sus capacidades productivas.

La implementación del proyecto se llevó a cabo inicialmente a través de la formación en oficios y posteriormente, con el otorgamiento de microcréditos que les permitieron a las y los beneficiarios iniciar o fortalecer sus emprendimientos, según los conocimientos adquiridos o afianzados en la etapa de formación.

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Carmen señala: “No teníamos nada, solo un molino muy viejo, pero fue con ese que empezamos, empezamos moliendo de a poquito. Cuando empezamos a transformar (el grano) y a hacer el chocolate y empecé a venderle a mis vecinos, a ellos les gustó mucho, y eso me gustó a mí también (…) El PNUD nos ha impulsado en el desarrollo de nosotros como personas, para (tener) una mejor condición de vida”. De igual forma, Ana María nos describe una situación muy común en zonas rurales: “es necesario saber un oficio, porque en estas localidades, donde son escasas las fuentes de trabajo, el poseer un oficio nos ayuda a emprender en diferentes áreas y no a depender solo de fuentes de empleo tradicionales que son pocas”.

Dicho proyecto fue diseñado con base en términos nominales recogidos durante el censo 2011, donde de las 6.998.706 mujeres que declararon tener hijos, 2.762.792 dijeron ser y/o fueron reconocidas como jefas de hogar. De estas 2.762.792 madres cabeza de hogar, más de la mitad, el 52,8%, tienen tres o más hijos. Por otra parte, el 30% de ellas no están solas, tienen pareja, pero igual llevan la voz de mando en sus casas. Cada vez hay más jefas de hogar en Venezuela. De acuerdo a las cifras del INE para el segundo semestre de 2013, de un total de 7.268.692 de jefes (as) de hogar, en 2.737.203 hogares se reportó jefatura femenina, del total de mujeres jefas de hogar el 17,79% se encuentra en pobreza y el 10,72% se encuentra en pobreza extrema, según el método de línea de pobreza. Para el segundo semestre de 2013, el ingreso de las mujeres se ubicó 18% por debajo del ingreso devengado por los hombres para el mismo periodo.

Este panorama, donde las mujeres jefas de hogar, jóvenes e indígenas, debido a su condición son los grupos poblacionales más afectados por la pobreza y la inequidad, presentan situaciones de acceso limitado a oportunidades que les permitan generar ingresos que contribuyan a reducir situaciones que puedan hacerlos vulnerables socialmente. Este escenario orientó a que es necesario fomentar apoyo a las iniciativas de inclusión con consideraciones especiales para la población femenina, para impulsar el desarrollo de la familia, tomando en cuenta la multiplicidad de roles asumidos por las mujeres y retos y desafíos que puede implicar vivir en espacios urbanos y rurales, y la realidad de las familias venezolanas donde la autoridad es ejercida de forma considerable por la mujer.

“Con este proyecto hemos podido mejorar nuestra condición económica y poder ayudar a otros. Con el solo empleo no alcanza para cubrir muchos gastos y con este proyectos he podido obtener otro ingreso y ayudar a mi madre”, nos dice Carmen con una sonrisa y con una gestualidad cargada de emoción.

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Por su parte, Ana María nos cuenta orgullosa de haber logrado un propósito: “El apoyo del PNUD me ha servido para tener otro medio de ingreso, a mi desarrollo económico”

Los Programas de Emprendimiento (Competencias para Emprender), que se implementaron fueron muy valorados por las y los beneficiarios, el cómo desde un oficio pueden iniciar una idea de negocio que les permitiera crecer como personas, empresarias y generar ingresos a su núcleo familiar.

“El apoyo del PNUD nos ha ayudado mucho para emprender, ha sido una oportunidad para nosotros. Me da el impulso para seguir adelante y poder ayudar a otras personas. (…) Mis aspiraciones son tener mi propio laboratorio el año que viene, y registrarlo con personalidad jurídica, seguir aprendiendo”, “La mayor satisfacción que recibo de este trabajo es brindarle un buen servicio a mis clientes, que se sientan satisfechos con lo que les ofrezco, les doy buenos precios: accesibles, ya que vivimos en una zona rural donde ambos podemos ganar y ayudo a otras personas empleando a otras personas que me ayuden con el procesamiento y descascarillado del cacao”, señala Carmen.

“Hace un año y medio mi proyecto de vida era obtener un cargo fijo como educadora hasta jubilarme. Ahora no, ahora voy más allá: ahora quiero legalizar mi propia empresa, quiero ser mi propia jefa y ayudar a otras personas así como me ayudaron a mí, ayudar a otras jóvenes para que emprendan, igual como hicieron conmigo”. “Aparte de mí se beneficia mi comunidad, pueden acceder a prendas a un precio menor al que está en el mercado, y pueden pagar por cuotas u otras opciones de pago”, nos dice con firmeza Ana maría.

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Entre los resultados más destacados del proyecto se pueden citar:

  • La ejecución se desplegó en 10 estados del país: Distrito Capital, Sucre, Táchira, Lara, Aragua, Anzoátegui, Zulia, Miranda, Trujillo y Cojedes.
  • De las 700 mujeres beneficiarias iniciales para el proyecto, se logró cumplir con el 120,57% de la meta, es decir 844 participantes, tanto en emprendimiento como en oficios.
  • Cumplimiento de la meta en un 138% en la meta total con jóvenes, es decir 138 participantes de los 100 previstos.
  • Cumplimiento de la meta en un 116,09% en cuanto al otorgamiento de los microcréditos gestionados (202 en total) para apoyar sus emprendimientos.
  • A nivel de desembolso, se entregaron Bs. 14.000.869,42.
  • La valoración cualitativa de los procesos formativos sigue siendo muy positiva tanto por los contenidos, como por los facilitadores (por su contenido, metodología y cercanía), y la coordinación.
  • A nivel de efectos significativos en los procesos formativos, encontramos que las beneficiarias mostraron una participación muy activa en las actividades, se pudo avanzar fácilmente en el desarrollo de los temas. Existió una animación de valores espirituales entre las participantes, y Desarrollo de productos artesanales con el propósito de honrar lo local.
  • Las mujeres lograron conectar su idea de negocio con su pasión y proyecto de vida, generando modelos de negocios para sus emprendimientos.

 

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Este proyecto, está vinculado a la implementación nacional de la Agenda 2030, conformada por los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en este caso, específicamente nº 1: Fin de la pobreza; nº 5: Igualdad género, nº 9: Trabajo decente y crecimiento económico, y nº 17: Alianzas para lograr los objetivos.

Al respecto, Carmen opina: “Capacitar a las mujeres es importante, aprender que no solamente basta con aprender sino con emprender, porque muchas veces estudiamos y no usamos lo que estudiamos. Importante impulsar a las mujeres jefas de hogar para que aprenda un oficio y puedan seguir adelante. Muchas mujeres pudieran salir adelante, ayudarse económicamente y sacar a su familia adelante”. De igual manera, Ana María afirma: “Este tipo de aportes son importantes para las mujeres porque los hombres tienen más posibilidades de entrar en el mercado laboral, nosotras no, por el simple hecho de ser mujeres siempre nos ven con limitaciones, este tipo de aportes nos permite desarrollarnos en otra área y tener más oportunidades de progresar”.

Con emoción, nos relatan cuáles son sus próximos pasos en sus diferentes iniciativas. En esta oportunidad, Ana María describe que: “Ahora quiero ampliar la gama, ahora incursioné en los uniformes de enfermería. Los próximos pasos para seguir creciendo es legalizar mi empresa, incursionar en la fabricación de otras prendas, quiero hacer uniformes para enfermeras, uniformes escolares y deportivos. Quisiera confeccionar los uniformes al equipo de béisbol infantil de la comunidad y Dios mediante también a la liga mayor”.

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