En todo el mundo, el sesgo de género está atrayendo un gran interés. A través de marcha, protesta y campañas virales en las redes sociales, las mujeres de todo el mundo exigen el fin del acoso sexual, el abuso, el feminicidio y la desigualdad.

Pero, tan exitoso como los movimientos #MeToo y #TimesUp que han creado conciencia, la lucha por la paridad está lejos de terminar. Empoderar a mujeres y niñas es crucial para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) para el año 2030. Por el momento, sin embargo, el sesgo de género sigue siendo un obstáculo significativo para el progreso global; este prejuicio es particularmente agudo en el lugar de trabajo.

Hoy solo 5 por ciento de las compañías S&P 500 están lideradas por mujeres, de acuerdo con Catalyst, una organización no gubernamental que actúa como órgano de control para puestos ejecutivos. Esta cifra sombría es aún más notable, dado que el 73% de las empresas globales presuntamente tienen políticas de igualdad de oportunidades, según una encuesta de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Además, aunque las investigaciones muestran un vínculo claro entre el equilibrio de género de una empresa y su salud financiera, las mujeres ocupan menos del 20% de los puestos directivos en las empresas más grandes del mundo.

Abordar estas fallas es un imperativo económico y moral. Un informe de 2015 del McKinsey Global Institute reveló que si las mujeres y los hombres desempeñaran un «papel similar en los mercados laborales», se agregarían U$ 28 billones a la economía mundial para 2025. Estas ganancias globales serían adicionales a los beneficios para las empresas individuales. Las empresas con mayor igualdad de género son más innovadoras, generosas y rentables. Pero, al ritmo actual de empoderamiento femenino, tomaría cerca de 220 años cerrar la brecha de género. El mundo no puede permitirse esperar tanto tiempo; necesitamos un nuevo enfoque

Para ayudar a trazar un camino para que las empresas contraten, retengan y promuevan a las trabajadoras, nos unimos a más de 400 líderes empresariales globales y representantes gubernamentales en Santiago, Chile, esta semana para el Cuarto Foro Global de Empresas para la Igualdad de Género,  una iniciativa organizada por el Gobierno chileno y el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), en alianza  con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y ONU Mujeres, que busca resaltar la importancia de la igualdad de género en el sector privado.

Una solución que estará en la agenda es el programa «Sello de Igualdad de Género» apoyado por el PNUD, una iniciativa única que certifica a empresas que se han comprometido a eliminar las brechas salariales de género, aumentar el número de mujeres en puestos de dirección y trabajado para erradicar el acoso sexual en el lugar de trabajo.

En la actualidad, estas empresas certificadas por el PNUD lideran la construcción de una fuerza de trabajo mundial más equilibrada. Por ejemplo en Chile, la empresa estatal de cobre Codelco, certificada por el Sello de Género, está aumentando el número de empleadas e incrementando la productividad se sus proceso. De manera similar, el Banco Nacional de Costa Rica ha promovido a docenas de mujeres en puestos gerenciales; el banco ahora es un proveedor regional líder de financiamiento para empresarias, mientras que Scotiabank de Canadá ha utilizado un programa de tutoría para mujeres convirtiéndose en una de las empresas más equilibradas en cuanto a género de la industria.

Otra iniciativa que se debatirá son los Principios de Empoderamiento de la Mujer (WEP, por sus siglas en inglés), un conjunto de directrices operativas desarrolladas por ONU Mujeres y el Pacto Mundial de las Naciones Unidas que encarna el argumento comercial para la igualdad de género. Más de 1700 líderes empresa han respaldado los principios, mientras que cerca de 300 empresas en 61 países han utilizado la herramienta gratuita de la iniciativa para el análisis de la brecha de género para ayudar a los gerentes a implementarlas en el lugar de trabajo.

Las reuniones globales, los sistemas de certificación y el software libre son solo parte de la solución. Las mujeres aún soportan cargas domésticas desproporcionadas, y las presiones derivadas de las normas sociales y culturales a menudo les privan de la posibilidad de asistir a la escuela, iniciar negocios o participar en la vida pública. Además, las mujeres que tienen trabajos remunerados fuera del hogar se encuentran en una amplia brecha salarial de género que promedia el 23%. Lo que sugiere que la igualdad no se trata solo de oportunidades.

Las empresas, las comunidades y las familias deben trabajar juntas para nivelar el terreno de juego. Afortunadamente, el costo de no hacer nada es demasiado alto para que lo soporten las empresas y las economías en general, por lo que somos optimistas de que es posible eliminar el sesgo de género en el trabajo. Cuando las empresas hacen del empoderamiento de las mujeres un elemento central de sus estrategias comerciales, el crecimiento y la igualdad pueden reforzarse mutuamente para no dejar a nadie atrás.

 

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