Cada vez que llegaba a una obra, ingenieros y obreros suspendían por momentos sus labores para observarla con asombro.Nunca habían visto a una mujer conduciendo una mixer, el vehículo insignia de las cementeras.
Fuente: El Tiempo
El tiempo | Colombia | 20 de Julio de 2014
Gloria Emilsen Ruíz llega todos los días a las 6:00 a.m. a una de las plantas de Argos, ubicada en el kilómetro 1 de la vía Medellín-Bogotá. Antes de salir de casa deja a sus tres hijos de 6, 9 y 14 años preparándose para ir al colegio. Aunque una empleada le ayuda en el hogar, llama varias veces para “monitorearlos”. Recibe su planilla de operación. Antes de levantar el capó de su vehículo para chequearlo, se ajusta las botas y el casco.
Lleva un avantel para comunicarse con sus compañeros.Espera turno y, minutos después ubica, su máquina para que la carguen de cemento o concreto y empieza su faena. Desde muy joven se interesó por los carros, pese a que en su casa nadie conducía. Cada vez se volvió más curiosa. Se capacitó en el SENA en maquinaria amarilla y se convirtió en instructora.Trabajó en la doble calzada Bello-Hatillo y manejó cargador, buldozer y hasta retroexcavadora.“Lloré bastante mientras aprendía. Fue muy duro. Cuando empecé a estudiar empezaron los problemas con mi esposo, y mejor me separé”, afirma Ruíz, de 32 años.
Cuando pensaba que ya dominaba los vehículos de mayor tonelaje, participó en el programa ‘Profesionales en la entrega de concreto’ que realizó Argos para mujeres a través del SENA.La compañía buscaba mujeres para conducir algunos de sus 1.454 camiones. Aunque 18 iniciaron, por diferentes motivos, solo dos culminaron el proceso que duró tres meses.
Según Jorge Ignacio Acevedo, vicepresidente de Gestión Humana de Argos, para una industria que tradicionalmente ha estado en manos de hombres, ha sido una experiencia gratificante y simbólica tener una conductora en Medellín y otra en Bucaramanga.
“Un camión mixer es de alto tonelaje, lo que rompe paradigmas y demuestra que la mujer está en capacidad de realizar este tipo de actividades, luego de un adecuado entrenamiento. Debutar en estos temas no es fácil. El periodo de adaptación toma más tiempo y requiere de mayor acompañamiento, pero es un objetivo loable en el que vamos a seguir insistiendo”, agrega Acevedo.
Ante la responsabilidad de pilotear un vehículo que puede costar más de 300 millones de pesos Ruiz dice que se entrega en las mañana a Dios y que está muy atenta y concentrada, porque vibra con su oficio.Con un mal movimiento podría volcarse por su peso ya que en cada viaje lleva ocho metros cúbicos de cemento.
“Al vehículo le tuvieron que hacer dos ajustes: le suavizaron el closh y le cambiaron la canoa abatible de hierro (por donde desciende el material), por una de aluminio, para que pudiera doblarla. De resto todo es igual. Me siento muy bien con el apoyo de los directivos y de mis compañeros”, comenta Ruíz.
Recuerda que una vez que se varó entrando a una obra. Una piedra le dio a la transmisión delantera y rompió el cárter, donde va el aceite del motor. Llevaba un concreto de 4.000, es decir, con alta concentración de cemento y temía que se secara, porque la olla de su vehículo se quedó quieta. Con la ayuda de otro vehículo logró botar ese viaje.