La COVID-19 no solo se ha caracterizado por ser una crisis sanitaria. Ahora se habla que es una crisis humanitaria, económica y de cuidados.  Estudios recientes muestran que, es una crisis que ha reformulado la relación entre el rol del Estado y el mercado, y ha profundizado las desigualdades estructurales de clases sociales, género, raciales y etarias.

 

Los desafíos estructurales de la pobreza y la profunda desigualdad han aumentado la vulnerabilidad de las mujeres de la región Ixil, departamento de Quiché, Guatemala. La crisis ha afectado a las mujeres en lo particular, especialmente por la pérdida de empleos e ingresos, que ya se encontraban en situación de vulnerabilidad, ubicadas en el sector informal de la economía y sin un sistema de protección social que les garantice sostenibilidad. Por otro lado, la crisis generada por la COVID-19 y el confinamiento, ha desencadenado un aumento en la violencia de género y en diferentes esferas, como el incremento del trabajo de cuidado no remunerados, de la salud de sus hijos, hijas, padres, personas con discapacidad y parejas de acuerdo con sus costumbres; a la vez que existe mayor exposición a riesgos de violencia intrafamiliar y violencia contra las mujeres.

 

En ese sentido, el Comité Integral de Mujeres de Santa Avelina (CIMSA), del Municipio de Cotzal, del Departamento de Quiché en Guatemala, es un comité integrado por mujeres del área Ixil que viene acompañando el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el marco del Programa Conjunto Desarrollo Rural Integral Ixil (PCDRI Ixil), que se financia con recursos del Gobierno de Suecia, para ampliar sus capacidades y promover el empoderamiento político, económico y social de las mujeres.

 

Derivado de las medidas de prevención durante la pandemia, como el confinamiento y las restricciones de movilidad, contribuyeron a interrumpir las actividades económicas de los emprendimientos, la cadena de comercialización y la disminución significativa de la demanda sobre los productos que las mujeres producían en los puntos de venta, tanto a nivel local como nacional, impactando en los ingresos de las mujeres.

 

Ante este escenario, las integrantes de CIMSA evidenciaron el avance y los logros alcanzados a través del proceso de desarrollo de capacidades de empoderamiento que el PNUD impulsa, al lograr mantener su seguridad, su visión, mayor poder para tomar decisiones y su capacidad de actuarse eficazmente, logrando poner en práctica sus destrezas empresariales para impulsar una acción transformadora.

 

CIMSA ha logrado innovar y adaptarse a las condiciones y oportunidades que la COVID-19 brindaba, dedicándose a producir mascarillas de tela con sus propios diseños. Así lograron transformar la crisis en una oportunidad, permitiéndoles aumentar su nivel de satisfacción y superar los ingresos promedios mensuales que venían alcanzando para paliar la crisis económica que se vislumbra en el escenario más próximo.

 

Invertir en la reducción de la desigualdad de género no solo es inteligente y asequible, sino también una decisión urgente para revertir el impacto de la pandemia en la reducción de la pobreza.