En las últimas dos décadas, se realizaron importantes avances en la región latinoamericana y caribeña en relación con algunos aspectos de igualdad de género y la reducción de la pobreza. Esto ha sido el resultado de diversos procesos, iniciativas y políticas sociales innovadoras, así como cambios culturales que han dado lugar a un mayor acceso de las mujeres a la educación, al empleo, a los recursos, al prestigio y a la valorización de sus capacidades en la sociedad y la economía.

Por eugenia

 

En las últimas dos décadas, se realizaron importantes avances en la región latinoamericana y caribeña en relación con algunos aspectos de igualdad de género y la reducción de la pobreza. Esto ha sido el resultado de diversos procesos, iniciativas y políticas sociales innovadoras, así como cambios culturales que han dado lugar a un mayor acceso de las mujeres a la educación, al empleo, a los recursos, al prestigio y a la valorización de sus capacidades en la sociedad y la economía.

A pesar del progreso en la región, millones de personas todavía subsisten en condiciones de vulnerabilidad y de exclusión, y persisten brechas de género significativas que cuestan cerrar. Lastimosamente, estamos presenciando a una feminización de la pobreza a lo largo de la última década, transmitiéndose inter-generacionalmente a las niñas y adolescentes de la región, donde un tercio de sus hogares se encuentran en situaciones de pobreza multidimensional, mayormente ubicados en zonas rurales. La proporción de mujeres pobres de 20 a 59 años por cada 100 hombres pobres del mismo rango de edad aumentó de 107,1 a 118,2 entre 2002 y 2014. (CEPAL, 2016)

En el ámbito local y en los entornos rurales, estas desigualdades se acentúan aún más debido a que los obstáculos son mayores y más estructurales y que resultan aún más difíciles de superar para quienes son víctimas de múltiples formas de discriminación, por razón de género, por motivos de origen étnico, religión, posición profesional, condición de migrante, discapacidad, etc.

En el 62º periodo de sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas (CSW62), que se celebró el marzo pasado, la Comisión hizo un llamado urgente para promover políticas e inversiones que cierren esas brechas entre los géneros en la agricultura, la ganadería y la economía rural para poner fin a la pobreza y el hambre y combatir el cambio climático.

Con el objetivo de abordar estos desafíos e intercambiar conjuntamente con los actores claves de los territorios una agenda local transformadora, se realizó del 15 al 18 de mayo pasado,  en la IV Cumbre Iberoamericana de Agendas Locales de Género más de 600 representantes de la sociedad civil, de los gobiernos locales, de agencias hermanas de Naciones Unidas y de la academia se reunieron en Cuenca, Ecuador, para  centrarse en medidas de apoyo al desarrollo de los territorios y para garantizar una democracia local en favor de una igualdad sustantiva de las mujeres y las niñas para no dejar a nadie atrás, temas centrales para los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

“Si no hay igualdad de género no habrá desarrollo sostenible”, esto ha sido uno de los mensajes más potentes del evento, promovido también por nuestros colegas del PNUD de Ecuador y de Republica Dominicana presentes en la Cumbre, durante las dos sesiones plenarias sobre autonomia economica de las mujeres, lideradas por el PNUD,  junto con la necesidad imperiosa de  promover un enfoque territorial inclusivo e igualitario de todos y todas, donde hombres y mujeres en toda su diversidad – étnica, sexo, etaria, geográfica entre otras- tengan las mismas oportunidades y derechos de participar y contribuir a la gobernanza local, el crecimiento económico en una sociedad que sea libre de todas las formas de violencia y discriminación.

Con parte de este compromiso, en  2015 el PNUD lanzó con un consorcio de siete organizaciones la Iniciativa DELGEN Desarrollo Económico Local y Género – que tiene como principal objetivo incorporar de forma mas sostenible y efectiva la perspectiva de género en el diseño, implementación y evaluación de los planes y políticas territoriales. La propuesta contempla por lo tanto un enfoque inclusivo de DEL que incorpore la igualdad de género y de autonomía de las mujeres, así como el de interculturalidad y la consideración del ciclo de vida como herramientas analíticas, de política y de planificación clave que nutran y transformen la visión de lo que es el “DEL”, para que este mismo sirva como catalizador para la igualdad y un desarrollo humano sostenible.

Desde el Centro Regional del PNUD estamos ampliamente apoyando en estos procesos de  localización de los ODS, visibilizando y capitalizando el rol clave que tienen los gobiernos locales en la reducción de la discriminación e incremento de las oportunidades para las mujeres a través de la concientización y la integración de un enfoque de igualdad de género e inclusión en las políticas, desde la planificación urbana a la provisión de servicios públicos de cuidados, provisión de infraestructuras e implementación de políticas de protección social y de empleo digno.

Hay que propiciar el rol del liderazgo femenino en la concertación de políticas públicas, el bienestar social y en la gobernanza del desarrollo económico a nivel local, sub nacional y nacional. Sin ellas no hay desarrollo sostenible. Solo con ellas conseguiremos «no dejar a nadie atrás».