Pocas décadas atrás se esperaba que el crecimiento económico de por sí condujera a la prosperidad económica y social, así como a la reducción de la pobreza y la desigualdad. Aquellas expectativas han decrecido, aun cuando cada nueva crisis resalta los efectos dramáticos de la ausencia de ese crecimiento.La repetida afirmación que sostiene que “el crecimiento no es suficiente” encapsula el cuestionamiento renovado de “viejas verdades”. Más aun, como se ha mostrado en los informes anuales relativos al Índice de Desarrollo
Humano (IDH), el ingreso per cápita puede estar fuertemente correlacionado con otras dimensiones del desarrollo humano, tales comola salud y la educación, pero no las garantiza (PNUD, 2014). Ahora está bastante claro que las políticas públicas —no de cualquier clase, sino un conjunto coherente de ellas— son la clave y el canal no automático a través del cual el crecimiento puede ser más inclusivo (Atkinson, 2015; Zacharias, Antonopoulos y Masterson, 2012).
Autoría:
PNUD

 

 

 

 

 

Año:
2017

 

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