El desarrollo sostenible es aquel capaz de satisfacer las necesidades del presente sin poner en peligro la capacidad de las generaciones futuras para atender sus propias necesidades. Esto supone cuidar del medioambiente y de la biodiversidad, gestionar las condiciones de riesgo, desarrollar un entorno donde puedan atender sus necesidades por igual y generar prácticas de consumo “cuidadoras” de nuestro medioambiente. Incorporar el enfoque de género en las estrategias de gestión de riesgos y cambio climático forman parte de nuestro trabajo para sentar bases para que el desarrollo sea equitativo y sostenible.