El informe Global de Desarrollo Humano 2015 muestra que los hombres siguen predominando en el mundo del trabajo remunerado y las mujeres lo hacen en el del trabajo no remunerado. La participación laboral y las tasas de ocupación de las mujeres se ven afectadas en gran medida por cuestiones económicas, sociales y culturales y la distribución del trabajo de cuidados en el hogar. Sólo para poner un ejemplo, en América Latina las mujeres en puestos de alta dirección ganan de media solo un 53% del salario que reciben sus homólogos varones.
Alguno de los aspectos principales que se analizan en el informe son: la carga desigual en el trabajo de cuidados, las desventajas y discriminación para las mujeres en los trabajos remunerados, así como el papel de las políticas en la mejora de la situación de las mujeres.

De acuerdo al informe Global de Desarrollo Humano 2015, los hombres siguen predominando en el mundo del trabajo remunerado y las mujeres lo hacen en el del trabajo no remunerado. La participación laboral y las tasas de ocupación de las mujeres se ven afectadas en gran medida por cuestiones económicas, sociales y culturales y la distribución del trabajo de cuidados en el hogar.

En 2015, la tasa de participación de la fuerza de trabajo, a escala mundial, fue del 50% en el caso de las mujeres y del 77% en el de los hombres. El 72% de los hombres tenía un empleo, frente a solo el 47% de las mujeres. De gran parte del trabajo remunerado la proporción de hombres es casi el doble que la de mujeres (el 38% frente al 21%). En el caso del trabajo no remunerado, las mujeres representan el triple que los hombres (el 31% frente al 10%).

Las mujeres asumen una carga desigual en el trabajo de cuidados

A escala mundial, se estima que trabajan en el servicio doméstico 53 millones de personas mayores de 15 años. De estas, el 83% son mujeres, algunas de ellas trabajadoras migrantes. La brecha de asistencia y de cuidados en los hogares de las trabajadoras domésticas, al igual que los posibles abusos en el trabajo doméstico son una realidad. Cuando las mujeres no tienen otra alternativa que otorgar prioridad al trabajo no remunerado y quedar al margen del mercado laboral, pierden oportunidades de ampliar sus capacidades laborales y pierden independencia económica.

El trabajo de cuidados no suele recibir suficiente reconocimiento, pese a la importancia que tiene para el desarrollo humano. Esto se debe en parte a que, al no estar remunerado, no se refleja en los indicadores económicos, como el PIB.

Las mujeres sufren desventajas y discriminación en los trabajos remunerados. 

Las mujeres están insuficientemente representadas entre el personal directivo superior a escala mundial, ya que solo ocupan el 22% de los cargos directivos, y en el 32% de las empresas no hay ninguna mujer en puestos de alta dirección, aunque existen variaciones a escala regional .

Tanto en los países adelantados como en los países en desarrollo, la proporción de hombres es mucho mayor en artes y oficios, operaciones de planta y maquinaria y ocupaciones legislativas y de dirección; y las mujeres están más presentes en ocupaciones de cualificación media, como empleadas de oficina, trabajadoras del sector de los servicios y trabajadoras de comercios y vendedoras. Incluso cuando realizan tareas similares, las mujeres pueden ganar menos. A nivel mundial, las mujeres ganan un 24% menos que los hombres. En América Latina, las mujeres en puestos de alta dirección ganan de media solo un 53% del salario que reciben sus homólogos varones.

En la mayoría de las regiones, las mujeres también son más propensas a desempeñar «empleos vulnerables», trabajando por cuenta propia o en contextos informales en los que los ingresos son frágiles y que ofrecen poca o ninguna protección y seguridad social.

Abordar los desequilibrios entre el trabajo no remunerado y el remunerado beneficia tanto a las generaciones actuales como a las futuras

Muchas sociedades están experimentando un cambio generacional —en particular en los hogares de clase media con un alto nivel de educación— tendente a un mejor reparto del trabajo de cuidados entre hombres y mujeres, pero queda mucho por hacer, y es preciso tomar medidas pronto para combatir la profunda desigualdad de género. Es necesario por lo tanto reducir en general el tiempo dedicado al trabajo de cuidados y repartirlo de un modo más equitativo. Acceso universal al agua potable; servicios energéticos modernos; servicios públicos de calidad (incluidos salud y atención); modalidades laborales con horarios flexibles sin penalizar la promoción profesional; y un cambio de mentalidad acerca de las responsabilidades asignadas a cada género son aspectos que pueden contribuir a reducir la carga del trabajo de cuidados para las familias y las mujeres en particular.

La legislación y las políticas selectivas pueden aumentar el acceso de las mujeres al trabajo remunerado.

Algunas medidas positivas para reducir los obstáculos y las brechas de género: el acceso a una educación superior de calidad, una labor proactiva en materia de contratación, medidas contra el acoso en el lugar de trabajo, la igualdad de remuneración  la licencia parental obligatoria y remunerada, así como la igualdad de oportunidades para aumentar los conocimientos teóricos y prácticos. 

Por último, resulta clave la recopilación de mejores datos sobre el trabajo remunerado y no remunerado. Los sistemas nacionales de estadística deberían recopilar mejores datos sobre la distribución del trabajo remunerado y no remunerado, empleando para ello a más investigadoras y utilizando muestras y cuestionarios adecuados.

Ver Informe de Desarrollo Humano 2015