Las aldeas de Tansing y Pranza, ubicadas en La Mosquitia al noreste de Honduras; Los Naranjos y Los Hornos, al sur; y  El Zapote  y Buenos Aires, al oriente, son de difícil acceso, viven de la agricultura y tienen opción laboral remunerada solo cuando llega la época de cosecha en las grandes plantaciones alejadas de sus viviendas.

 

 

Las aldeas de Tansing y Pranza, ubicadas en La Mosquitia al noreste de Honduras; Los Naranjos y Los Hornos, al sur; y  El Zapote  y Buenos Aires, al oriente, son de difícil acceso, viven de la agricultura y tienen opción laboral remunerada solo cuando llega la época de cosecha en las grandes plantaciones alejadas de sus viviendas.

Estas comunidades viven en casas de adobe o madera y piso de tierra, y han tenido fuertes complicaciones por la falta de energía eléctrica.

Aspectos destacados

  • El PPD ha invertido US$ $1 millón en apoyo a 28 proyectos de energía solar en 18 países. 
  • Mujeres han sido empoderadas y han brindado energía solar a más de 3.778 hogares y 22.739 personas en 52 aldeas.
  • En Honduras, 4 mujeres instalaron 207 paneles solares que mejoraron la calidad de vida de 54 familias. Cada panel genera 85 watts que permite el uso de tres lámparas, radio, televisión y la carga de celular y focos.

“Aunque uno esté acostumbrado, sin luz los niños no pueden estudiar incluso de día dentro de la casa. Uno se enferma de las vías respiratorias, la casa y la ropa se manchan por el hollín y huelen a humo”, dice Juanita Zambrano (69), quien vive hace 51 años en Los Hornos.

En 2014 y en sinergia con el  Gobierno de la India y el Programa de Pequeñas Donaciones (PPD) que promueven el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Iris Marlene Espinal y Carmen Lourdes Zambrano Cruz, de Los Hornos y Los Naranjos, y Alnora Casy Estrada e Ingrid Miranda Martinez, de La Mosquitia -mujeres que no saben leer ni escribir-, se prepararon durante seis meses como técnicas en energía solar en The Barefoot College o Universidad de los Pies Descalzos, en la aldea de Tilonia, en India.

“Nosotras no tenemos un diploma como las alumnas de una universidad normal; en India aprendimos de forma práctica a elaborar lámparas, ensamblar los circuitos electrónicos y el manejo e instalación de paneles. Traemos mucho conocimiento para beneficiar a las comunidades y de alguna manera ayudarlas a salir de la pobreza”, dice Alnora Casy.

La iniciativa «Ingenieras Solares» comenzó en 2008 a través de una alianza entre el PPD/FMAM y el Barefoot College para apoyar proyectos piloto en África y Asia. La universidad proporciona apoyo técnico y financiamiento, y es una de las pioneras en enseñar complejos procesos tecnológicos a estudiantes analfabetos de países como Fiji, Níger, Mozambique y Tanzania.

A la fecha, el PPD ha invertido US$ $1 millón, recaudando más de $ 1.5 millones en cofinanciamiento, y ha apoyado 28 proyectos de Ingenieras Solares en 18 países. Como resultado, 71 mujeres han sido empoderadas y han brindado energía solar a más de 3.778 hogares y sobre 22.739 beneficiarios en 52 aldeas.

Luego de aprender cómo instalar, mantener y reparar equipos de energía solar, las mujeres regresan a sus comunidades para proporcionar energía en sus aldeas. A cambio de sus servicios de instalación, mantenimiento y reparación, las ingenieras reciben un salario mensual del comité solar de la ciudad.

En Honduras, las cuatro mujeres instalaron los paneles junto a otros miembros de sus comunidades, a quienes enseñaron cómo hacerlo. “Nadie imaginó que la falta de energía  podía solucionarse utilizando los propios rayos del sol”, comenta sonriente Francisca Carranza Castillo, al ver instalado en su casa el panel solar.

Los 207 paneles instalados tienen un costo de US$ 155.000,  y cada unogenera 85 watts por casa. “Ahora, además de alumbrarnos, tenemos radio, televisor, otros tiene grabadora y cargamos celulares y focos. Ahora nos acostamos a las nueve y los niños pueden estudiar en la noche, oímos noticias, leemos la biblia, platicamos, hacemos otras cosas y tenemos menos riesgos de incendios”, dice Juanita Zambrano.

En algunas de las escuelas en las que se instaló sistema solar, algunos docentes ya están apoyando sus clases con herramientas tecnológicas como data show y videos,  que contribuyen a mejorar la calidad de la educación.
Cuando llueve y oscurece, las clases continúan, e incluso algunos adolescentes escuchan las clases por radio.

Aunque este sistema de energía solar no genera gastos, cada una de las 54 familias beneficiadas ahorra mensualmente 25 lempiras (US$ 1.14) para contar con recursos cuando se requiera hacer reparaciones a los paneles. Las cuatro ingenieras están trabajando para llevar energía solar a otras comunidades excluidas del país.

“La energía eléctrica es un servicio vital para mejorar las condiciones de vida; este tipo de iniciativas contribuyen a impulsar el desarrollo de comunidades postergadas y fortalecer la integración y participación comunitaria. Por eso, desde el PNUD estamos estimulando y apoyando el trabajo del PPD para llegar directamente a la gente y reducir la pobreza”, dice Consuelo Vidal, representante residente del PNUD en Honduras.

 

Mas información

 

Fotos: PNUD Honduras